CALIFICACIÓN.- NOTABLE: 7’5
Cuatro mujeres; una abogada, una editora, una actriz y una que ha sido violada. Y tres hombres, los tres abogados, son los protagonistas de este brillantísimo texto escrito por Nina Raine en el que se mezclan dos tramas; por un lado, la de la mujer violada en la que se dirime si hubo o no consentimiento por parte de ella cuando se produjo el acto sexual. (Para más inri, uno de los tres hombres de la obra, Eduardo, es el abogado defensor del presunto violador). Y por otro lado, tenemos la trama personal en la que se abordan las turbulencias emocionales de los tres abogados con sus respectivas parejas o amantes. Nina Raine, de solo 34 años, ha escrito un texto super potente en el que combina magistralmente la comedia más hilarante con el drama más tormentoso. Una obra tremendamente visceral, a través de la cual, lleva a sus personajes al límite del dolor moral y físico.
Aunque muy interesante, ‘La disputa’ es uno esos montajes que, a priori, puede dar mucha pereza. Y es totalmente comprensible. Una obra en la que solo hay dos personajes y estos son Voltaire y Rousseau, permitirme la licencia, pero da un poco de miedo -o un mucho, según se mire-. De antemano se sabe que no va a ser nada ligero. Eso, con toda seguridad. Pero si luego nos percatamos de que la dirección y la dramaturgia vienen de la mano de Josep María Flotats, entonces tomamos aliento, y decimos ‘esto tiene que ser sinónimo de calidad’ y no nos equivocamos. ‘La disputa’ es una obra realmente interesante, teatro del que ya no se hace, ese teatro riguroso y de alta escuela que lleva la firma de Flotats, uno de los artistas más prestigiosos de nuestra escena.
María Pujalte (Saturna) y Olivia Molina (Tristana), cómplices y confidentes durante toda la obra.
Uno sale de ver «Tristana» con muy buen sabor de boca. Y es que, muchas veces, a la hora de adaptar los clásicos se suele pecar de un exceso de rigor y, además, suelen ser demasiado largos. Sin embargo, Eduardo Galán ha apostado, de manera inteligente, por una versión -de solo 90 minutos- que no decae en ningún momento y que logra transmitir la esencia original de la obra de Pérez Galdós. Esta adaptación mantiene totalmente su vigencia y lanza un mensaje muy contundente: la necesidad de manifestar la lucha de la mujer en su conquista de la independencia. Un montaje dirigido con solvencia por Alberto Castrillo-Ferrer y que cuenta con la excelente escenografía de Mónica Boromello.