CALIFICACIÓN.- NOTABLE: 7’5
Eduardo Galán y Alberto Castrillo-Ferrer son los artífices de la nueva adaptación de «Tristana», la famosa novela de Benito Pérez Galdós que se está representando en el Teatro Fernán Gómez hasta el 26 de febrero. Olivia Molina interpreta, de forma sensacional, a esa joven adelantada a su época y está acompañada, para la ocasión, por un elenco de lujo formado por María Pujalte en el papel de Saturna, Pere Ponce como Don Lope y Alejandro Arestegui como Horacio.

María Pujalte (Saturna) y Olivia Molina (Tristana), cómplices y confidentes durante toda la obra.
Uno sale de ver «Tristana» con muy buen sabor de boca. Y es que, muchas veces, a la hora de adaptar los clásicos se suele pecar de un exceso de rigor y, además, suelen ser demasiado largos. Sin embargo, Eduardo Galán ha apostado, de manera inteligente, por una versión -de solo 90 minutos- que no decae en ningún momento y que logra transmitir la esencia original de la obra de Pérez Galdós. Esta adaptación mantiene totalmente su vigencia y lanza un mensaje muy contundente: la necesidad de manifestar la lucha de la mujer en su conquista de la independencia. Un montaje dirigido con solvencia por Alberto Castrillo-Ferrer y que cuenta con la excelente escenografía de Mónica Boromello.
Una vez que han fallecido sus padres, y al amparo de su tutor -don Lope-, Tristana muestra pronto la necesidad de ser independiente y de hallar un trabajo que le permita sobrevivir fuera del matrimonio y valerse por sí misma. Ideas, por supuesto que no son bien recibidas por don Lope -que solo quiere dominarla y controlarla- y que tampoco son aceptadas por el joven Horacio, un pintor de quien Tristana se enamora, y que no llega a entender que ella le proponga vivir su amor pero no compartir el mismo techo. Ideas muy avanzadas para esa época y que nadie puede asimilar. Aunque la historia está ambientada a finales del siglo XIX, los paralelismos con nuestro tiempo son más que evidentes y aquí radica una de las claves del éxito del texto. Desgraciadamente, hoy en día, aún perduran ciertos comportamientos machistas en la relación hombre-mujer y las mujeres siguen luchando para alcanzar una igualdad total. Por ejemplo, el proceder de don Lope, cuando Tristana se enamora de Horacio, tiene muchas semejanzas con las amenazas que se suceden actualmente en los múltiples casos de malos tratos.

Cartel de «Tristana».
Uno de los puntos fuertes de este montaje es, sin duda, la actuación de todo el elenco. El casting es de lo más acertado. Quiero destacar, cómo no, el gran trabajo que realiza Olivia Molina -en la piel de Tristana- que nos seduce con su frescura, su naturalidad y su elegante forma de moverse por el escenario. ¡Siempre es un placer verla sobre las tablas y nos recuerda tanto a su madre!. Le acompaña una estupenda María Pujalte que, dando vida, a Saturna nos regala quizás el personaje más entrañable de la obra. Siempre confidente y protectora con Tristana, Pujalte encarna brillantemente a la típica mujer servil de la época, noble y un poco alcahueta. Pere Ponce también está magnífico en la piel de Don Lope, un orgulloso caballero venido a menos que, aunque tiene conductas retrogradas, alberga un buen fondo. Ponce nos brinda una gran interpretación. Completa el reparto Alejandro Arestegui que, en la piel de Horacio, el joven enamorado de Tristana, interpreta quizás al personaje más lineal de toda la obra, aunque juegue un papel importante en la trama.
Confieso que es la primera vez que veo representada «Tristana» en una sala de teatro. Había leído la novela de Galdós y, por supuesto, había visto la película de Buñuel y, reconozco, que me ha traído muy buenos recuerdos. Se me han venido a la cabeza todas esas míticas protagonistas femeninas de la literatura del siglo XIX que también luchaban por su independencia en una época tan complicada: la Nora de «Casa de Muñecas» de Ibsen, Ana Karerina, La Señorita Julia o Madame Bovarie, entre otras. Mujeres valientes y adelantadas a su época como «Tristana», la heroína de esta historia protagonizada por Olivia Molina, que se puede ver en el Fernán Gómez hasta el 26 de febrero.