‘CONSENTIMIENTO’: TEXTO MUY POTENTE PARA UN MONTAJE ESPECTACULAR CON UN TERCER ACTO GLORIOSO DONDE EMERGEN, ENORMES, JESÚS NOGUERO Y CANDELA PEÑA

CALIFICACIÓN.- SOBRESALIENTE: 9’3

La británica Nina Raine es la autora de ‘Consentimiento’, un texto absolutamente maravilloso que mezcla con maestría el humor hilarante con los enfrentamientos más violentos y las emociones más extremas. Con este sólido material, Magüi Mira realiza una sensacional puesta en escena sustentada en la escenografía imponente de Curt Allen Wilmer y en el inmenso trabajo de los siete actores protagonistas: David Lorente, Nieve de Medina, María Morales, Jesús Noguero, Candela Peña, Pere Ponce y Clara Sanchis. El resultado es una de las obras más impactantes del año, un montaje que se puede ver en el Teatro Valle Inclán hasta el 29 de abril. 

Cuatro mujeres; una abogada, una editora, una actriz y una que ha sido violada. Y tres hombres, los tres abogados, son los protagonistas de este brillantísimo texto escrito por Nina Raine en el que se mezclan dos tramas; por un lado, la de la mujer violada en la que se dirime si hubo o no consentimiento por parte de ella cuando se produjo el acto sexual. (Para más inri, uno de los tres hombres de la obra, Eduardo, es el abogado defensor del presunto violador). Y por otro lado, tenemos la trama personal en la que se abordan las turbulencias emocionales de los tres abogados con sus respectivas parejas o amantes. Nina Raine, de solo 34 años, ha escrito un texto super potente en el que combina magistralmente la comedia más hilarante con el drama más tormentoso. Una obra tremendamente visceral, a través de la cual, lleva a sus personajes al límite del dolor moral y físico. 

Magüi Mira es la encargada de poner en escena esta maravilla de texto y, la verdad es que nos ha sorprendido muy gratamente. Tras combinar algunos montajes bastante desacertados -desde nuestro punto de vista-, como ‘El discurso del rey’, ‘César y Cleopatra’ o ‘Pluto’ con otros más notables como ‘En el estanque dorado’ o ‘La velocidad del otoño’, Magüi Mira realiza en ‘Consentimiento’ su mejor montaje de los últimos años. Alejándose de ese típico clasicismo que caracterizan sus obras, la también actriz nos seduce aquí con una puesta en escena moderna y llena de dinamismo, en la que aprovecha -con inteligencia- la deslumbrante escenografía de Curt Allen Wilmer que ha diseñado un loft inmenso -en forma rectangular- y en uno de los fondos, una inmensa pared de cajas de cartón. Hay que señalar que la pareja protagonizada por Eduardo y Kitty (Jesús Noguero y Candela Peña) se encuentran en plena mudanza. De ahí lo de las cajas. También hay algunas otras situadas en distintos puntos del loft que se irán moviendo en los cambios de escena. 

Además de la escenografía, otro de los puntos fuertes de ‘Consentimiento’ es la coreografía y el movimiento creado por Toni Espinosa, autor de un trabajo excelente. Son maravillosas y muy efectistas las transiciones -entre escena y escena- en la que todos los actores bailan al compás de la música de Bruno Tambascio. También se nota mucho el toque de Espinosa en el diseño de movimiento, tan importante durante toda la obra. A lo largo de las 2 horas y 45 minutos de función, Magüi Mira somete a los actores a un continuo movimiento, los lleva de acá para allá por todos los rincones de ese loft inmenso. Un ritmo que se transforma en vertiginoso en el último acto -después del intermedio-. Un tercer acto glorioso, lleno de tensión e intensidad, donde todo se precipita de forma abrupta e, incluso, angustiosa, y en el que se entabla una batalla – de esas que marcan época- dialéctica y emocional, entre Jesús Noguero (Eduardo) y Candela Peña (Kity) que llevan todo el peso en esta última parte de la obra. Aunque también es cierto que los demás actores tendrán aquí su minuto de gloria. Lo cierto es que este tercer acto es sencillamente brutal y es, con diferencia, lo mejor del montaje. 

¿Y qué sería lo peor?. Aquí tampoco tenemos dudas, lo peor de ‘Consentimiento’ es su excesiva duración. El montaje se alarga a 2 horas y 45 minutos con un descanso de 15 minutos. ¡Demasiado!. Del tercer acto no sobra ni una sola coma, es brillantísimo y redondo. Por tanto, es evidente, que dónde habría que pulir y aligerar es en esa extensa primera parte que, aunque está muy bien, se hace demasiado larga. A este respecto tengo mis dudas de que, quizás, Nina Raine, haya puesto algún impedimento para que se recorten algunos fragmentos de su texto, y haya pedido que se mantenga íntegro. No me extrañaría nada, porque si no, no entiendo cómo no se ha aligerado esa primera parte que es donde se encuentra, para nosotros, el lastre de este montaje. 

Texto, escenografía, dirección, coreografía y, por último, interpretación. El quinto bastión de este montaje sería, cómo no, la interpretación. Porque este es un texto hecho para que se luzcan los actores, ya que Raine ha creado unos personajes muy ricos, llenos de contradicciones y con unos vaivenes emocionales terribles. Esto les permite a los actores brillar en todos los registros, desde la comedia más absoluta hasta el drama más desgarrador. Y si no que se lo digan a Jesús Noguero que demuestra, sobre todo en ese increíble tercer acto, por qué es uno de los mejores intérpretes teatrales que tenemos en nuestro país. En una interpretación llena de fuerza, Noguero se muestra imperial en esas discusiones tremendas que mantiene con Candela Peña, y que nos dejan sin aliento por momentos. En esa locura que se desata en la última parte, también emerge con garra Candela Peña, quien le da la réplica perfecta a Noguero. Ella nos seduce y nos convence en el registro dramático, -en el que tampoco estamos muy acostumbrados a verla ya que casi siempre le dan papeles de comedia-. y al mismo tiempo puede lucirse -en esa primera parte- mostrando esa gracia y el desparpajo que tanto la caracterizan. Lo cierto es que el personaje de Kitty es un caramelo al servicio de Candela Peña.

Impecable también la actuación de María Morales -elegantísima vestida por Ana López Cobos- que aquí encarna da Raquel, abogada y mujer de Jaime (David Lorente). Este último es una de las sensaciones de ‘Consentimiento’. Quizás sea porque es uno de los menos conocidos para el gran público, pero Lorente juega un papel fundamental en la historia sobresaliendo fudamentalmente por su enorme comicidad. Forma el tándem perfecto con María Morales. Pere Ponce está fantástico en la piel de Tomás, el otro abogado. Es uno de los personajes que tiene más arco, sufriendo una gran evolución desde el comienzo de la obra hasta ese sorprendente final. Le ocurre lo mismo al personaje interpretado por Clara Sanchís, Sara, la mejor amiga de Kitty, actriz de profesión. En la primera parte, Sara tiene poco protagonismo, ella es la rarita del grupo en las fiestas que organizan en casa, la snob, pero en el último acto nos conmueve en un genial cara a cara con Candela Peña con una actuación llena de dramatismo y con una carga emocional tremenda. Con toda seguridad, una de las mejores escenas de la obra. Completa el reparto Nieve de Medina, magnífica dando vida a esa mujer que ha sido violada cuya trama se va intercalando con la trama personal de los otros seis personajes. 

Tras ver ‘Consentimiento’ tengo que confesar que era una obra que me daba bastante miedo, a priori. Y estaba equivocado; me alegro muchísimo de ver el cambio que ha experimentado Magüi Mira apostando en esta obra por un tono modernista y contemporáneo que me reconcilia con ella. Desde aquí la aplaudo por ofrecernos este montaje lleno de espectacularidad en el que no me puedo olvidar de la iluminación de José Manuel Guerra y la ambientación sonora del citado Tambascio.

Aldo Ruiz

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