CALIFICACIÓN.- CORRECTA: 6
El Teatro María Guerrero ha inaugurado la temporada con uno de los montajes más destacados del año, la adaptación de ‘Bodas de sangre’ por parte de Pablo Messiez, uno de los dramaturgos más prestigiosos de nuestro tiempo. Hasta el diez de diciembre se puede ver esta nueva versión del clásico que se mantiene fiel al texto original, pero que traslada la acción hasta nuestros días. La puesta en escena resulta imponente y nos deja imágenes de una gran plasticidad, sin embargo, y a pesar de la innegable valentía de Messiez, el resultado final dista mucho de lo esperado.

Una de las imágenes más bonitas que nos dejan las ‘Bodas de Sangre’ de Messiez, con Pilar Bergés, de espaldas, y con peluca rosa. Fotografía: marcosGpunto
A lo largo de mi vida he visto trece adaptaciones de ‘Bodas de Sangre’; grandes producciones y montajes de formato más pequeño, versiones de compañías nacionales y también de extranjeras, adaptaciones fieles al original y otras más transgresoras que trasladaban la historia a nuestros días. Sin duda, es la obra de teatro que más veces he visto representada en mi vida, eso sin contar las ocasiones que he podido ver ‘La Casa de Bernarda Alba’, ‘Yerma’ o ‘Doña Rosita la soltera’. (Es lo que tiene nacer en un pueblo que tiene grupo de teatro, e impregnarme desde pequeño del universo lorquiano). Y siento decir que en ‘Las Bodas de sangre’ de Messiez no he sentido de cerca el espíritu ni la esencia de Federico García Lorca.
Nadie va a cuestionar ahora el talento extraordinario de Messiez -uno de mis dramaturgos favoritos- que nos ha brindado montajes magistrales, pero su Lorca traído a nuestros días me ha resultado bastante inconsistente. Es cierto que Pablo respeta el texto original, pero con eso no basta. Además, su puesta en escena, aunque nos deja imágenes hermosísimas y de una gran plasticidad, nos aleja muchísimo del universo lorquiano y no profundiza en esa pasión y esa visceralidad que caracterizan las obras del genio granadino. A lo largo de los noventa minutos que dura la función, apenas he visto destellos de Lorca -solo Gloria Muñoz y Estefanía de los Santos me lo han recordado-. Por supuesto que valoro la valentía de Messiez, y que un hombre de su prestigio se atreva a adaptar una de las cumbres del teatro español. Pero, el resultado -que es lo que cuenta al final- no es nada satisfactorio, al menos para la mayoría de espectadores que llenaban el María Guerrero el miércoles pasado y que, al final de la obra, reaccionaban con tímidos aplausos. Creo que el mayor error de Messiez ha sido quedarse a medio camino. Igual le habría ido mejor si hubiera hecho su propia versión del texto, porque es evidente que, respetando el original, y con esta puesta en escena tan actual, se queda en tierra de nadie. Quizás sea solo una sensación, pero yo mientras estaba viendo la obra pensaba: -estas no son las ‘Bodas de sangre’ que yo me imaginaba de Messiez. Viendo la perfección de sus otros trabajos, me da la impresión de que aquí no ha tenido el tiempo suficiente para darle su toque maestro.
De hecho hay muchas cosas que no entiendo de este montaje y, ya viendo el arranque, me temía lo peor. No entiendo el comienzo con esa escena de Claudia Faci completamente desnuda interpretando el prólogo de ‘Comedia sin título’. Tampoco entiendo que el padre de la novia esté interpretado por una mujer. ¿Por qué?. Respeto la elección, pero creo que es totalmente innecesaria. Carmen León pone todo de su parte -nada que objetar en su contra- pero su actuación no resulta convincente y mucho menos ese momento en que, en mitad de la boda, se pone a recitar algunos versos de ‘Poeta en Nueva York’. ¡No lo entiendo!. Me pongo a analizar el montaje -he querido dejar pasar un par de días para reposarlo tranquilamente- y hay escenas que me siguen chirriando, como esa larguísima en la que tres de los invitados a la boda hacen un trío en la penumbra, en medio de la imponente escenografía de Elisa Sanz. Es una escena llena de esteticismo pero, con todos mis respetos a Messiez -al que admiro profundamente- ¿qué aporta esa escena?. Porque a mí me ha sacado completamente de la historia. Y ya, por último, para cerrar este apartado, tampoco entiendo por qué la escena de la huida de Leonardo y la novia, uno de los momentos cumbre de ‘Bodas de sangre’, se representa totalmente a oscuras, solo con la luz de un par de linternas. No vemos sus caras en una escena que es totalmente crucial y, además, apenas escuchamos sus voces. Me cuesta mucho entenderlo, la verdad.

Una de las imágenes más dramáticas del montaje; Gloria Muñoz, rota de dolor, sujeta en brazos a su hijo muerto, Julián Ortega. Fotografía: marcosGpunto
Dichas muchas de las cosas que no comparto, vayamos al análisis de lo que sí me ha convencido del montaje. Me gusta especialmente Gloria Muñoz –¿Y cuándo no?-. No es su mejor actuación, ni mucho menos, porque tiene muchas memorables, pero esta mujer siempre deja su sello en todo lo que hace. Me ha llegado la composición que hace de la madre, su templanza, su mirada, su fuerza, quizás es el personaje que más se asemeja al original de Lorca. Gloria Muñoz es señorío encima de un escenario. Me gusta también la interpretación de Guadalupe Álvarez Luchía durante toda la obra, mostrando esa pasión que siente por su marido y, al mismo tiempo, el miedo que tiene a perderlo. Me encanta cómo transmite esa fragilidad y la actuación que hace en la boda de ‘El pequeño vals vienés’ con música de Leonard Cohen. Me conmovió. También me impactaron esas miradas que se lanzan Leonardo y la novia durante la boda, cuando suena la música de Bambino, y esos efectos de iluminación de Paloma Parra. Una de las escenas más bonitas y mejor resueltas por Messiez es cuando Leonardo visita a la novia minutos antes del enlace. Él baja al patio de butacas mientras ella permanece sentada sobre las escaleras. Es una escena muy emotiva donde están muy bien tanto Francesco Carril (Leonardo) como Carlota Gaviño (La novia).
Aunque la adaptación no me convence en absoluto, tengo que reconocer que la puesta en escena y la concepción estética que nos plantea Messiez son sobresalientes. Quiero destacar la labor de Elisa Sanz en la escenografía. Me encantan, durante toda la primera parte, esas grandes placas que caen desde arriba de diferentes colores; amarillo, rojo, gris. Un elemento de una enorme sencillez pero, al mismo tiempo, muy original y efectista. También me parece muy hermoso ese gran bosque con espejos que diseña Sanz en la segunda parte de la obra. Alabar también el magnífico diseño de luces de Paloma Parra y el espacio sonoro creado por Óscar G. Villegas. La conjunción de todos estos elementos, coordinados por Pablo Messiez nos regala imágenes de un gran plasticidad. Esos planos de Pilar Bergés, de espaldas y con peluca rosa, haciendo el playback de ‘Y sin embargo te quiero’ de Marifé de Triana son una maravilla.
En cuanto a las interpretaciones, me parece que el nivel es bastante desigual. Desde el patio de butacas, me daba la sensación de que algunos actores andaban un tanto perdidos y su interpretación se quedaba en la superficie. Es curioso porque, precisamente, uno de los fuertes de Messiez es la dirección de actores. Además del excelente trabajo de Gloria Muñoz y Guadalupe Álvarez Luchía, quiero destacar a Estefanía de los Santos. Ella siempre brilla, en papeles cortos o en personajes protagonistas. Aquí, dando vida a la criada, Estefanía se crece una vez más y le imprime ese hechizo lorquiano al personaje con su acento, con esa gracia y esa listeza tan particular. De los Santos protagoniza grandes momentos pero me quedo con la escena en que está peinando a la novia con esa enorme dulzura. También sobresale Pilar Gómez, divertidísima y genial cuando interpreta a la vecina cotilla, con esas gafas de sol y ese carro de la compra tan ‘original’, y Julián Ortega como el novio, bastante correcto y convincente. Francesco Carril tiene momentos muy buenos y poderosos, y otros, en los que está totalmente fuera de sí. Completan el reparto; Pilar Bergés, Juan Ceacero y Fernando Delgado-Hierro, Claudia Faci, Carlota Gaviño y Carmen León.
Aldo Ruiz
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Estoy completamente de acuerdo con tus «No me gusta». No entiendo por qué el padre es una mujer, la escena del trio me saca de la obra totalmente, y no entiendo la mujer del principio. ¿Es la luna?
Coincido contigo al 100% y yo le hubiera dado un 5!!
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Es la luna sí!!!
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