CALIFICACIÓN.- EXCEPCIONAL: 9’2
Tras el rotundo éxito de ‘Todo el tiempo del mundo’ y su aluvión de candidaturas a los Premios Max, Pablo Messiez estrena su nueva obra en el Teatro de La Abadía, ‘He nacido para verte sonreír’, escrita por el también argentino Santiago Loza. En esta conmovedora historia, Isabel Ordaz da vida a Miriam, una madre rota de dolor que no puede soportar el inmenso vacío que siente desde hace años, cuando su hijo abandonó el mundo de los cuerdos. En la piel de este muchacho, Nacho Sánchez nos sorprende con una increíble interpretación en la que no llega a pronunciar ni una sola palabra a lo largo de todo el montaje.
«Mírame… Mírame por favor… ¿Dónde estás ahora?.. ¿Dónde estás?». Estas son las frases que una madre grita desesperadamente a su hijo, un chico que desde hace años ya no se ‘encuentra’ entre nosotros porque transita en la más absoluta oscuridad. Hace tiempo que se sumergió en el inmenso océano de la locura. Al comienzo de esta historia, el dolor de esta mujer se agrava aún más cuando es consciente de que le queda solo una hora para que la separen de él. Aunque su hijo sea lo que más quiere en este mundo, ella y su marido han decidido internarlo en un psiquiátrico debido a los episodios de violencia del joven que han ido en aumento en los últimos meses.
Santiago Loza ha escrito una historia intensa, conmovedora, de esas que llegan a lo más hondo del corazón, en la que el protagonismo absoluto recae sobre Miriam, esa madre rota de dolor que no puede soportar el vacío que le produce que su hijo vuele del nido. Isabel Ordaz está inmensa en la piel de esta mujer herida que no para de hablar a un ritmo vertiginoso y, por momentos, asfixiante, llegando a producir verdadero agobio en el espectador. Sin embargo, poco a poco, te vas dando cuenta de que ella necesita desahogarse perdiéndose en ese mar de palabras y diálogos de la vida cotidiana para llenar ese profundo vacío que siente en su corazón. Hay que alabar el sensacional trabajo de la actriz durante toda la obra y su brillante expresión corporal, en un papel lleno de exigencia y en el que siempre está al límite. ¡Qué decir de esa mirada de dolor que muestra Isabel Ordaz, esos ojos negros y tristes, muy tristes, que te parten el alma!. Sinceramente, creo que ha sido todo un acierto escoger a Isabel para este complicado papel ya que, por la modulación de su voz, provoca la sonrisa de los espectadores. Esto ayuda muchísimo a desdramatizar la historia en determinados momentos. Con otra actriz que tuviera un registro completamente dramático, la obra se habría convertido en una auténtica tragedia. En cambio con Ordaz, dado su perfil y su vena cómica, logra que el público se emocione profundamente pero sin llegar a lágrima fácil.
Nacho Sánchez también está espléndido. Lo que él hace a lo largo de los noventa minutos tiene un mérito increíble. Sin hablar una sola palabra durante toda la función es capaz de conmovernos con su particular manera de moverse -cargada de fragilidad- y con esa mirada perdida e inquietante que produce escalofríos. Se nota que Nacho está cómodo a las órdenes de Messiez, quién ya le hizo brillar y, mucho, en la aclamada ‘La Piedra Oscura’.
Pablo Messiez nos brinda una puesta en escena sobria, muy elegante -como es habitual en él- e impregnada de realismo. Se pueden poner multitud de ejemplos, como el típico sonido del frigorífico que no deja de sonar en toda la obra; el hecho de que salga agua real del grifo, o la cocina en sí, en la que no falta el más mínimo detalle. Para lograr esta peculiar atmósfera, Messiez se sirve de la espectacular escenografía de Elisa Sanz quien ha construido una cocina moderna, en tonos verdes y amarillos, que está rodeada de un poblado enjambre de ramas que, junto a la lámpara, recrean ese nido en el que siempre ha estado el muchacho y que, muy pronto, va a abandonar. Destacar también la fantástica iluminación de Paloma Parra y el ambiente sonoro creado por Nicolás Rodríguez.
En ‘He nacido para verte sonreír’, Pablo Messiez vuelve a dejar constancia de su increíble talento para la dirección y nos regala algunos momentos realmente asombrosos. Uno de ellos es, a mitad de la obra, cuando Nacho Sánchez coge la radio, se sienta y empieza a escuchar un aria de tenor, cuya música va in crescendo progresivamente. Es un momento deslumbrante. También destacaría la sobrecogedora escena en la que el hijo se pone violento y su madre lo tiene que calmar poco a poco, hasta que termina abrazándole. Es, sin duda, uno de los puntos álgidos de la obra. Y por último, otro momento que a mí me ha emocionado especialmente es cuando suena de fondo ‘Sin ti’, ese mítico bolero de los Panchos, y la madre le susurra al hijo unas palabras preciosas. Por estos, y por otros tantos detalles, Messiez demuestra por qué es uno de los grandes de nuestro teatro convirtiendo ‘He nacido para verte sonreír’ en uno de los mejores montajes de este año.
Pingback: 19 Enero 2018 – “HE NACIDO PARA VERTE SONREIR” | Asociación LA TRAMPA DEL DONCEL