CALIFICACIÓN.- EXCELENTE: 7’7
Hasta el próximo 28 de junio, en el Ambigú del Teatro Kamikaze se puede ver la última marcianada de José Padilla; ‘Las Crónicas de Peter Sanchidrián’, una desternillante comedia llena de surrealismo en la que el dramaturgo canario se ríe (y nos hace reír) de todos los tópicos habidos y por haber de las películas de ciencia ficción y de superhéroes. Cristóbal Suárez, Juan Vinuesa, José Juán Rodríguez, Ana Varela, Laura Galán y Antonia Paso son los encargados de dar vida a una galería de personajes rocambolescos que hacen las delicias de todo el público (y de todo tipo de públicos).

En la parte de arriba; Laura Galán, Cristóbal Suárez y José Juan Rodríguez. Abajo; Antonia Paso, Juan Vinuesa y María Hervás -que se alterna con Ana Varela-.
¿Qué harías si hoy fuera el fin del mundo?. ¿Has soñado alguna vez con un medicamento que resucite a los muertos?. ¿Te gustaría disfrutar, en primera persona, de una batalla titánica entre Spiderman y el Doctor Octopus?. ¿Qué ocurriría si cayese en tus manos una pata de mono que te pudiera conceder tres deseos? (Los que tú quisieras). ¿Has visto alguna obra de teatro donde se clone a las personas y aparezca un gremli desatando el pánico entre el público?. Todas estas y otras muchas marcianadas te las vas a encontrar en ‘Las Crónicas de Peter Sanchidrián’, una comedia alocada, gamberra y completamente surrealista escrita y dirigida por José Padilla, ese dramaturgo extra-ordinario que nos ha conquistado en los últimos años con la maravillosa trilogía formada por ‘Papel’, ‘Por la boca’ y ‘Dados’ (esta última se representará, de nuevo, del 3 al 8 de julio en los Teatros del Canal.
‘Las Crónicas de Peter Sanchidrián’ es una comedia excepcional -en el amplio sentido de la palabra- y absolutamente recomendable. Eso sí, con una condición previa; tienes que entrar a la sala con la mente totalmente despejada y dejarte llevar por todo aquello que crees que vas a ver o que te puedes encontrar. ¡Fuera prejuicios completamente!. Este lema que, en realidad, deberíamos aplicar ante cualquier obra, resulta totalmente imprescindible en estas increíbles crónicas. Y aquí radica el pequeño hándicap del montaje: si no entras en la sala en modo on y dispuesto a vivir la experiencia al cien por cien y disfrutarla a tope, te costará mucho sumergirte en el particular universo creado por el dramaturgo canario. A nosotros, particularmente, nos nos resultó fácil atravesar esa burbuja desternillante y surrealista dibujada por Padilla. Eso sí, una vez que la rompimos, solo hubo lugar para el divertimento y las risas. Así lo pudimos constatar en la función del pasado sábado, en la que el público, de todas las edades, que llenaba el Ambigú, se lo pasó en grande. De ahí, el consejo para quienes vayáis por vez primera; hay que cambiar totalmente el chip para poder así disfrutar de la obra desde el minuto cero.
Es indudable el talento de José Padilla, capaz de crear un código propio y de llevar el género de la ciencia ficción a una sala de teatro -con la complejidad que eso conlleva- y, para más inri, dotando a la obra de un sentido del humor desternillante y surrealista, que alcanza momentos gloriosos. En un alarde de imaginación y de locura, el dramaturgo canario se atreve a meternos en una nave espacial -el día del fin del mundo -rindiendo homenaje a todas esas películas de ciencia ficción -que nos han marcado a muchos de nosotros-, y también al mundo de los cómics y de los superhéroes, aquí representado por un divertidísimo Spiderman-Vinuesa.
Pero Padilla no está solo en esta aventura interplanetaria. Le acompañan seis auténticos marcianos, dispuestos a viajar a Marte -si fuera necesario-, y a reírse de ellos mismos dando vida a un sinfín de locos personajes, sacados de una película de ciencia ficción de serie B -en el mejor sentido del término- que hacen las delicias de los espectadores. Los seis actores están magníficos sacando a relucir una enorme vis cómica y entrando completamente en ese código extraterrestre marcado por Padilla. José Juan Rodríguez brilla en la piel de ese científico loco que le roba la fórmula a su ex, también científica, (estupenda Ana Varela) para resucitar a su actual novia, encarnada por una graciosísima -y clonada- Laura Galán. ¡Y qué decir de Antonia Paso, de casta le viene al galgo!. Maravillosa en el registro cómico (dando vida a una profesora de interpretación desquiciadísima) y, también, en el dramático; poniéndonos la piel de gallina en un espléndido monólogo cuando tiene la pata de mono en su poder. Enorme -y no solo por su tamaño-, Cristóbal Suárez que se luce fundamentalmente en su trepidante speech de la reunión de amigos y nos mata de la risa en la piel del Doctor Octopus. Y he dejado para el final, al tripulante de la nave, un divertidísimo Juan Vinuesa que provoca las mayores carcajadas de la noche cuando se enfunda el traje de Spiderman y se debate en duelo con su famoso archienemigo. En este caso, sobran las palabras. Mejor vayan a verlo. O corran, porque, aquí, el que no corre vuela (en nave espacial).
Aldo Ruiz
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