‘EL TRATAMIENTO’: PABLO REMÓN RINDE UN HERMOSO HOMENAJE A LOS GUIONISTAS DE CINE A TRAVÉS DE UNA MARAVILLOSA COMEDIA CON FRANCESCO CARRIL EN PLAN ESTELAR

CALIFICACIÓN.- EXTRAORDINARIA: 9’5

Hasta el 8 de abril se puede disfrutar en el Teatro Kamikaze de ‘El Tratamiento’, una comedia escrita y dirigida por Pablo Remón con muchas dosis de humor y una gran carga emocional. En ella, Francesco Carril interpreta a Martín, un guionista multidisciplinar que, tras muchos años dando tumbos, por fin va a estrenar su primera película. Un largometraje ambientado en la Guerra Civil española pero con el añadido de que hay ovnis de por medio. Bárbara Lennie, Ana Alonso, Francisco Reyes y Emilio Tomé completan el reparto de esta obra excepcional que ya se ha convertido en una de las sensaciones de la temporada.

El Tratamiento 2 © vanessa rabade_preview

‘El Tratamiento’ es una de esas obras que tienen alma propia y eso se evidencia desde el arranque con una fascinante escena inicial en la que Bárbara Lennie, en primer plano, narra una pequeña historia mientras sus cuatros compañeros -situados al fondo- recrean lo que ella está contando. Ya, ahí, nos percatamos de que estamos ante algo especial y lo que luego ocurre, así lo confirma. Pablo Remón ha escrito una historia con alma, probablemente con la suya propia, porque ‘El tratamiento’ nos cuenta la vida de Martín, un guionista frustrado -como tantos otros- que se gana la vida dando clases de guión y también escribiendo telepromociones de electrodomésticos. Hace todo esto mientras mueve el guión de su ansiada película por decenas de productoras y, cuando parece que todo está perdido, suena la flauta. A un famoso director le encanta ese guión ambientado en la Guerra Civil española. Solo existe un pequeño problema: es un tema tan manido que hay que añadirle ovnis y extraterrestres para hacerlo más original. Pero a Martín no le importa con tal de que se pueda estrenar su película en las salas de cine. 

Así, de forma muy divertida y disparatada comienza ‘El Tratamiento’, una comedia satírica en la que Francesco Carril interpreta a Martín mientras que sus cuatro compañeros se van desdoblando en múltiples personajes que forman parte de su vida; de la actual y de la pasada. Y esta es, precisamente, una de las grandes sorpresas que nos da Remón. Cuando todo parece indicar que la historia va a continuar por los derroteros de la comedia rocambolesca y surrealista, el autor hace un sorprendente cambio de tercio y, de pronto, la obra adquiere una mayor profundidad y se le añaden grandes dosis de nostalgia -todo ello sin abandonar el toque de humor-. Entonces viajamos al pasado del protagonista y seremos testigos de su nacimiento y de algunos capítulos de su niñez. Veremos como creció aquel muchacho obsesionado con el hundimiento del Titanic, un hito que marcó su vida.

En esta segunda parte, Remón impregna la historia de existencialismo y aborda de una manera magistral el paso del tiempo. Este es uno de los puntos fuertes del montaje; la obra está escrita y dirigida de forma muy cinematográfica, incluso, muy novelesca diría yo. Remón dirige el montaje con maestría, con muchísimo estilo y una gran delicadeza. Podría dar mil detalles al respecto pero, para quienes lean estas líneas, la mejor manera de comprobarlo es ir a ver la obra. A pesar de que esta parte es más nostálgica y emotiva, Remón nunca se olvida de la comicidad y nos brinda algunas escenas divertidísimas como esa, por ejemplo, en que el equipo de la película va a promocionar su trabajo en una entrevista para televisión. ¡Completamente disparatada!. 

Esa misma línea continua en la tercera y última parte de la historia, que pone el broche de oro a esta obra que cuenta con una estructura narrativa prodigiosa y que mezcla de forma extraordinaria el humor con la emoción, la nostalgia con el surrealismo, y el existencialismo con la locura. Remón maneja con sutileza todos estos elementos para ofrecernos una obra tremendamente personal, un retrato plagado de humor y, al mismo tiempo muy realista, de todos esos hombres y mujeres que escriben historias para entretener a los demás. Remón rinde un hermoso homenaje a todos los guionistas de cine. Un homenaje, por cierto, espléndidamente dirigido, con una puesta en escena muy cinematográfica -como señalábamos antes-, sustentada en la escenografía de Mónica Boromello -sencilla pero muy eficaz-, en el diseño de luces de David Benito y en la ambientación sonora de Sandra Vicente. 

Otro de los puntos fuertes del montaje es el altísimo nivel interpretativo -en una obra coral, como esta, es algo fundamental-. Los cinco actores están realmente fantásticos empezando por Francesco Carril que brilla en plan estelar dando vida a Martín. Carril realiza una actuación icónica metiéndose en la piel de ese guionista frustrado que tiene que dar clases en una academia para ganarse la vida. Su expresión corporal es fabulosa, al igual que la gesticulación de su cara, con esas gafas tan características que, junto a su carácter ingenuo, nos recuerdan a Woody Allen a la española. Evidentemente, Martín es el alter ego de Remón y, eso se nota, porque este personaje es un auténtico caramelo que Carril le agradece haciendo una interpretación genial. Francesco nos seduce de principio a fin llevando todo el peso de la obra y protagonizando momentos únicos como esa escena inicial en la academia -que es impagable- o esa otra en la sauna, junto a Bárbara Lenni, llena de nostalgia y emotividad, en la que ambos se muestran espléndidos. 

El tratamiento escena 16 © vanessa rabade_preview

Tras ‘La Clausura del amor’, Lenni vuelve a los escenarios con esta obra en la que interpreta a tres personajes diferentes, resolviendo los tres con esa naturalidad y esa frescura que la caracterizan. En los tres está maravillosa pero nos enamora especialmente en la piel de Cloe, el amor de Martín. Francisco Reyes también está sensacional sacando a relucir su increíble vena cómica y regalándonos auténticos momentazos como la recreación que hace junto a Emilio Tomé de algunas escenas de la película, o la desternillante telepromoción (ficticia) de un electrodoméstico que hace con Ana Alonso, por citar solo un par de ejemplos. Alonso, precisamente, está estupenda durante toda la obra, convenciéndonos ya desde esa primera escena en la que se enamora de un italiano mientras baila. Cierra el reparto un fantástico Emilio Tomé que borda todos los personajes que interpreta, aunque nos encanta particularmente encarnando a ese alumno un poco fantasma que tiene las ideas más descabelladas en la clase de guión. 

Lo cierto es que ‘El tratamiento’ es una de esas historias que te dejan con ganas de más. Y eso que dura 90 minutos, el tiempo ideal para una obra de teatro, pero te quedas con ganas de saber cómo evolucionan los personajes. ¿Qué le pasará a Martín tras el estreno de la película? ¿Cómo será su vida? ¿Volverá a hacer otro largometraje? ¿Encontrará el amor?. Quizás  Remón pueda continuar su historia, ya sea en otra obra de teatro o en una película, ¿quién sabe?. Lo que está claro es que Martín es uno de esos personajes que te llegan muy hondo al igual que este tratamiento tan hermoso que ha hecho con tanto gusto Pablo Remón.

Aldo Ruiz

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