‘REFUGIO’: MIGUEL DEL ARCO NOS IMPACTA CON UNA PORTENTOSA PUESTA EN ESCENA QUE LLEGA, INCLUSO, A ECLIPSAR LA TRAMA PRINCIPAL

CALIFICACIÓN.- EXCELENTE: 8’5

Hasta el próximo 11 de junio se puede disfrutar en el María Guerrero de lo nuevo de Miguel del Arco, ‘Refugio’, una obra escrita y dirigida por el prestigioso dramaturgo madrileño en la que se abordan dos temas de máxima actualidad como son la corrupción política y el drama de los refugiados. Del Arco realiza uno de sus montajes más espectaculares, -con una puesta en escena imponente- que está protagonizado por dos de sus actores fetiche; Israel Elejalde y Rául Prieto, acompañados para la ocasión por Carmen Arévalo, María Morales, Macarena Sanz, Beatriz Argüello y Hugo de la Vega. 
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Todos los protagonistas de ‘Refugio’ aparecen en esta fotografía. Solo dos miran abajo; en primer plano, Raúl Prieto, y al fondo, Israel Elejalde.

Con ‘Refugio’ se me plantea un gran dilema; valorar las dos facetas de Miguel del Arco como creador; por un lado, su trabajo como dramaturgo y, por otro, su labor como director. Como podréis comprender, es un problema de consideración y la confrontación no ha resultado nada fácil. Vaya por delante, mi admiración absoluta por Del Arco. Para mí, cada uno de sus montajes es una obra de arte y, en cada uno de ellos, voy buscando la excelencia, como no podía ser de otra manera tratándose de un hombre que, en los últimos años, nos ha dejado joyas como ‘La función por hacer’, el ‘Misántropo’, ‘Juicio a una zorra’ o su más reciente ‘Hamlet’. Y haciendo esta comparativa, -que me asaltaba constantemente durante toda la función-, tengo que confesar que en ‘Refugio’ hay un claro vencedor; el Miguel del Arco director. Y es que éste es un montaje deslumbrante en el que el genial artista vuelve a demostrar ese talento excepcional que tiene para poner en escena una historia y ese don innato para crear imágenes inverosímiles cargadas de una belleza brutal. Pero antes de continuar con la puesta en escena, voy a analizar el texto. 

‘Refugio’ está estructurada en dos tramas claramente diferenciadas. Por un lado, la trama de un importante político envuelto en un caso de corrupción, Suso (Israel Elejalde), y la de su familia completamente desestructurada, que está formada por su mujer (Beatriz Argüello), una diva de la ópera que se ha quedado sin voz a causa de una afonía; por su suegra (Beatriz Argüello), que es la típica madre de la artista que está viviendo en la casa familiar para ‘joder’ a su yerno; y por sus dos hijos, Amaya (Macarena Sanz), una joven caprichosa que pertenece a la generación nini y que ha entrado en la universidad por enchufe; y Mario, un adolescente con cabeza hueca que se pasa todo el día jugando a los videojuegos. Bajo mi punto de vista, esta trama está muy lograda por parte de Del Arco, transmitiendo muy bien los perfiles de cada uno des los miembros de la familia y la complicada relación que mantienen entre ellos. Por otro lado, está la trama del refugiado, para mí, la más floja de las dos. Es muy efectista, pero en cuanto a contenido, no me termina de convencer. A pesar de que contiene las escenas más impactantes y emotivas de la obra, no llega a conmover. Al menos, a mí no lo hizo. Quizás se necesitaba un texto más contundente, no lo sé, pero reitero que, no es por la puesta en escena, -que es deslumbrante-, lo achaco más bien al contenido que resulta inconsistente. Tampoco me gusta la forma de abordar las relaciones de los miembros de la familia con el refugiado. Salvando el momento en que él se lleva en brazos a Beatriz Argüellos, en una escena hermosísima, en el resto, el peso de Farid queda bastante diluido, aunque curiosamente su presencia sea constante a lo largo de toda la obra. 

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Impresionante la escenografía diseñada por Paco Azorín. En la imagen vemos como Raúl Prieto, dando vida al refugiado. se siente fuera del cubo.

Para poner en escena esta doble trama, Miguel se apoya en la sublime escenografía de Paco Azorín, y encierra a la familia del político en un enorme cubo de cristal que va girando a medida que transcurre la historia. Fuera del habitáculo, tiene lugar la trama del refugiado, y sus no-conversaciones con cada uno de los miembros de esa familia. Esta escenografía -imponente- juega un papel determinante en la historia. Yo diría que nunca antes una escenografía había tenido tanto peso en un montaje de Del Arco. Se podría decir que ese cubo diseñado por Azorín es un intérprete más en el devenir de la obra, a veces, incluso más importante que alguno de los actores. Gracias a esta colosal escenografía, Miguel del Arco nos brinda una de sus puestas en escenas más espectaculares. Es impresionante lo que el director es capaz de diseñar en su mente prodigiosa a la hora de poner en en escena esta historia, regalándonos instantáneas verdaderamente impactantes e impregnadas de un esteticismo asombroso.

Además de por la escenografía, este montaje brilla también en todos sus apartados técnicos. Destacar el impresionante diseño de luces de Juan Gómez Cornejo, la bellísima música de Arnau Vilá, el magnífico espacio sonoro creado por Sandra Vicente y las video-creaciones de Miquel Ángel Raió, realmente fabulosas. A todos estos elementos, Miguel del Arco les imprime su toque maestro, ofreciéndonos una puesta en escena totalmente apabullante, repleta de momentos memorables ante los que solo cabe quitarse el sombrero. ¡Qué puedo decir de las transiciones que se producen entre la trama de la familia del político y la del refugiado!. En cuestión de décimas de segundos,  se pasa de una trama a otra mediante unos efectos absolutamente increíbles, al alcance solo de unos cuantos genios. ¡Y qué decir también de ese portentoso final, no tengo palabras!. Es uno de los desenlaces más potentes que he visto, en mucho tiempo, en una sala de teatro!. Esa imagen conjunta, con toda la familia al completo, no tiene precio, es digna de los Kennedy. Esta espectacularidad en la puesta en escena -como señalaba anteriormente-, llega a provocar que se diluya la historia en sí, sobre todo, la trama del refugiado. Tal es la potencia de estas imágenes que, acaban devorando al contenido, en ocasiones tan frágil, como el propio corazón de Farid. 

No quiero concluir este artículo sin alabar el trabajo de todos los actores. Yo me quedo especialmente con la actuación de Beatriz Argüello, -maravillosa dando vida a Amaya, esa diva de la ópera exquisitamente vestida por Sandra Espinosa- y con Carmen Arévalo, que está estupenda como Alicia, regalándonos grandes momentos como sus discusiones con Elejalde y la que para mí es la mejor escena de los miembros de la familia con el refugiado, y es la que ella comparte con Farid. Israel Elejalde, aunque no tan brillante como en otras ocasiones, resulta muy convincente encarnando a Suso, ese político corrupto, que despunta en ese inicio tan potente que protagoniza junto a la maravillosa María Morales que, en esa primera escena, en la piel de Ana, está espléndida. Como Sima, -la mujer del refugiado- no me termina de convencer. (Interpretar a esa altura del escenario no debe ser nada sencillo y eso se nota a la hora de transmitir). Completan el reparto una estupenda Macarena Sanz como Lola y Hugo de la Vega encarnando a Mario. He querido dejar para el final a Raúl Prieto, un actor que me fascina en el noventa y nueve por ciento de sus actuaciones pero que, aquí, se queda en tierra de nadie -nunca mejor dicho- porque, quizás, el papel que interpreta no da para mucho más. Aparentemente cuando te ofrecen un personaje de estas características, puede parecer un regalo, pero viendo el resultado final, dista mucho de la realidad. Era, más bien, un regalo envenenado. Por supuesto, puede que esa fuera la intención del autor, pero su Farid se diluye en la inmensa marejada provocada por el resto de personajes de la historia. 

Lo cierto es que, a pesar de todo, siempre es un deleite ver un nuevo montaje de Miguel del Arco. Cada estreno suyo es un verdadero acontecimiento y, éste no iba a ser menos. De lo que no cabe ninguna duda, -porque es una verdad como un templo-, es que ‘Refugio’ es una obra imprescindible para los amantes del teatro. Aunque nos quede un regusto amargo al final de la función,  el resultado es realmente espectacular y, a medida, que pasan los días, te vas recreando en todas esas instantáneas impresionantes que se quedarán para siempre grabadas en nuestra retina. 

Aldo Ruiz

Fotografías: MarcosGpunto

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