CALIFICACIÓN.- EXTRAORDINARIA: 10
‘Vientos de Levante’, escrita y dirigida por Carolina África, es una de las obras más hermosas que hay actualmente en la cartelera madrileña. La dramaturga, que ya nos cautivó en el CDN con ‘Verano en Diciembre’, nos vuelve a sorprender ahora con una emocionante historia que aborda, en clave de humor y con mucho optimismo, cómo se enfrenta el ser humano a la muerte. Paola Ceballos, Jorge Kent, Pilar Manso, Jorge Mayor y la propia Carolina África son los protagonistas de un montaje plagado de momentos inolvidables.

Pilar Manso, Paola Ceballos, Carolina África y Jorge Mayor en una de las escenas más hermosas de ‘Vientos de Levante’.
Los que escribimos sobre teatro nos perdemos a veces, en aspectos tecnicistas que, aunque importantes, se quedan en un segundo plano cuando vemos una obra como ‘Vientos de Levante’ de Carolina África. Y es que ésta es una de esas historias que te hacen SENTIR. Y lo pongo en mayúsculas porque creo que éste debería ser el objetivo fundamental de cualquier dramaturgo, de cualquier director o de cualquier persona que se sube a un escenario; el hacernos sentir por encima de todo. Eso es lo que hace Carolina África en ‘Vientos de Levante’ y, además, con una sencillez y una cercanía asombrosas. Para mí, ha sido todo un descubrimiento. ¡Qué manera tan bonita y tan natural de contar las cosas y de tratar un tema tan delicado como el de un enfermo de ELA y, para más inri, en clave de humor!
‘Vientos de Levante’ es una historia entrañable escrita por Carolina con enorme sensibilidad y un gusto exquisito. El guión está brillantemente hilvanado y, ya desde la primera escena en el tren, te quedas enganchado con la naturalidad de los diálogos y situaciones con las que te sientes plenamente identificado. En un vagón del tren, Ainhoa, -una periodista que vive en Madrid-, se dirige a Cádiz a pasar unos días con su amiga Pepa. En su mismo compartimento viajan Juan, un atractivo y simpático hombre que no para de hablar ni un segundo, y Ascen, una mujer bastante impertinente que saca de quicio a Ainhoa. Lo que parece una coincidencia, no lo es, y muy pronto esos tres personajes se volverán a encontrar en las playas de Cádiz, -famosas por sus vientos de Levante-, y en los dos lugares de trabajo de Pepa, -la psicóloga, amiga de Ainhoa-; una residencia de enfermos mentales y un hospital en su área de cuidados paliativos, donde se trata Sebastián, un enfermo de ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica).

Paola Ceballos y Carolina África sintiendo en sus propias carnes los vientos de Levante en la cálida atmósfera creada por Almudena Mestre y Tomás Ezquerra.
Durante varias semanas, los ocho protagonistas de la historia compartirán experiencias muy bonitas aunque dolorosas al mismo tiempo. Dos temas tan delicados como el límite que separa la locura del mundo de los cuerdos, y cómo se enfrenta el ser humano a la muerte, son abordados por Carolina África con una gran dosis de optimismo y mucho sentido del humor. Esta es, precisamente, una de las claves de ‘Vientos de Levante’, que, a pesar de la dureza de la historia, desborda vitalidad y alegría en todos y cada uno de sus diálogos. Uno sale del teatro con las emociones a flor de piel y con la intención de exprimir la vida al máximo, como si no hubiera un mañana, porque nunca se sabe lo que puede pasar.
Además de la destreza de Carolina como autora, hay que destacar su faceta, no menos sorprendente, en la dirección. África nos cautiva con una puesta en escena sencilla pero muy cuidada, elegante pero nada sofisticada; en definitiva, un montaje idóneo que hace que, el texto y la cercanía de los personajes brillen por encima de todo, y que nos hace SENTIR. Para conseguir esto, la directora se apoya en la maravillosa escenografía de Almudena Mestre, -que realiza un trabajo sensacional transmitiendo esa calidez de las playas de Cádiz-; en el fantástico diseño de luces de Tomás Ezquerra y en el espacio sonoro creado por Nacho Bilbao. La unión de todos estos elementos hacen de ‘Vientos de Levante’ una obra excepcional en la que destacan las espléndidas transiciones y que cuenta con momentos realmente inolvidables. No quiero profundizar demasiado para evitar posibles spoilers, pero sí señalar que la escena a tres bandas, en la que se entrecruzan los diálogos, es sencillamente magistral. Es simplemente una pincelada de la calidad que atesora Carolina África como directora.

Jorge Kent y Paola Ceballos en una de las muchas escenas que comparten en la obra.
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