‘IRA’: JULIÁN ORTEGA DEBUTA EN LA DRAMATURGIA CON ESTA EXCELENTE COMEDIA NEGRA Y COSTUMBRISTA EN LA QUE BRILLA UNA GENIAL GLORIA MUÑOZ

CALIFICACIÓN.- EXCELENTE: 8

‘Ira’ es una de las sorpresas más agradables de lo que llevamos de 2021. Julián Ortega debuta en la dramaturgia con una comedia negra y costumbrista, con toques de suspense y género fantástico, que está protagonizada por una madre y un hijo bastante particulares. Dan Jemmett dirige el montaje con brillantez, apoyándose en la magnífica escenografía de Vanessa Actif, y haciendo un gran trabajo en la dirección de actores. Julián Ortega interpreta con solvencia al hijo, Salvador, mientras que una maravillosa Gloria Muñoz se mete en la piel de Dolores, una madre alocada y tremendamente divertida que provoca las carcajadas del patio de butacas del Teatro Español desde su primera aparición sobre el escenario. 

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Dolores es una mujer viuda, de sesenta y tanto años, que vive en un bloque de viviendas muy humilde. Una noche llama a su hijo Salvador para decirle que vaya a su casa, que tiene que contarle algo urgente y muy importante. Al día siguiente, Salvador -que es policía antidisturbios- va a ser ascendido en su puesto de trabajo y no está para muchas distracciones pero lo que le va a contar su madre es tan fuerte que dará un giro brusco a sus vidas. Madre e hijo no podrán escapar de su trágico y grotesco destino. Es más, debido a lo que ha pasado su madre puede acabar encerrada en un psiquiátrico o directamente en la cárcel. 

Este es el planteamiento de ‘Ira’, la ópera prima en la dramaturgia de Julián Ortega que nos brinda una magnífica obra, mezcla de varios géneros y que provoca las carcajadas de principio a fin, durante los 75 minutos de la función. ‘Ira’ es una divertidísima comedia costumbrista con toques de humor negro, de suspense, surrealismo e, incluso, de género fantástico. Julián Ortega nos deleita (y nos sorprende) con su primer trabajo como autor con esta comedia protagonizada por dos personajes disparatados que podrían estar perfectamente sacados de una película de Almodóvar. 

Dan Jemmett, director entre otros montajes de la extraordinaria ‘Nekrassov’, realiza un espléndido trabajo al frente de la puesta en escena apoyándose especialmente en la brillantísima escenografía de Vanessa Actif que ha recreado ese barrio humilde en el que vive Dolores con una genial maqueta del edificio, con cocina y baño incluidos-, el exterior del edificio compuesto por varios contenedores y un poste de la luz, y un salón bastante inhóspito con dos sillones y algunos muebles prácticamente desmontados. La puesta en escena diseñada por Jemmett es espléndida y la escenografía de Actif juega un papel fundamental en el desarrollo de la trama. La historia de Dolores y su hijo Salvador no podía estar mejor ambientada. Además de la magnífica puesta en escena, Jemmett también ha hecho un excelente trabajo al frente de la dirección de actores, haciendo brillar -aún más- las sobresalientes actuaciones de Gloria Muñoz y Julián Ortega. 

Gloria Muñoz está absolutamente genial componiendo un personaje ya de por sí buenísimo. La interpretación de Dolores es, sin duda, una de las más divertidas y surrealistas de su carrera. Desde que pronuncia sus primeros diálogos -metiéndole patadas continuamente al diccionario-, la actriz -y su Dolores- se meten al público directamente en el bolsillo. Graciosa, alocada, bruta, grotesca, almodovariana al máximo, Gloria Muñoz brilla a lo largo de los 75 minutos que dura la función provocando risas y carcajadas constantes.

Dándole la réplica a esta actriz inmensa, está Julián Ortega, fantástico también en la piel de Salvador, un policía antidisturbios, bastante básico y de instintos primarios, cuya ambición está por encima de todo. Julián sale tremendamente airoso de enfrentarse a un personaje de tales características y a una partenaire gloriosa, nunca mejor dicho. Uno de los puntos fuertes del trabajo actoral es la complicidad y la química que tienen ambos sobre el escenario: Gloria y Julián son capaces de manejarse en el mismo código interpretativo -que no es nada fácil dado el surrealismo que encierran sus personajes- y eso se traspasa al patio de butacas. Al final, los espectadores recompensan sus actuaciones con una sonora ovación. El mejor premio para una de las mejores (y más sorprendentes) comedias de la temporada.

Aldo Ruiz

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