CALIFICACIÓN.- 5
Se acaba de estrenar en la Abadía ‘María Luisa’, la primera obra escrita y dirigida por Juan Mayorga desde que es director de este teatro. Estará en cartel hasta el próximo 21 de mayo. Desafortunadamente, y al igual que ocurriera con su último montaje (‘Amistad’, que vimos hace un par de meses en el Matadero), el dramaturgo no está demasiado atinado en el desarrollo de la trama y lo que empieza siendo una comedia fascinante termina convirtiéndose, a partir de la mitad de la función, en un sinsentido. Da la impresión de que al autor de obras extraordinarias como ‘El chico de la última fila‘, ‘El cartógrafo’, La lengua en pedazos’ o ‘Reikiavik’ le cuesta cerrar sus últimos textos de forma brillante y contundente, o al menos resolutiva.
‘María Luisa’ es una comedia que aborda la soledad, la vejez y el poder de la imaginación. El Premio Princesa de Asturias de las Artes 2022 se plantea dónde están los límites (difusos) entre la realidad y la imaginación, sobre todo en las personas mayores y, para más inri, que viven solas. La obra parte de una anécdota que el propio dramaturgo escuchó en un partido de baloncesto de su hija. Un señor que estaba sentado a su lado en la grada le contó cómo las mujeres mayores que vivían solas debían poner en su buzón el nombre de otras personas para ‘despistar’ a los ladrones y evitar robos. Este sería el detonante y el punto de partida de este montaje.
La historia comienza cuando María Luisa (maravillosa Lola Casamayor) llega a su casa. El portero (Paco Ochoa) le cuenta que está habiendo una oleada de robos en el barrio en casa de personas mayores que viven solas. Entonces, le sugiere que añada algún nombre más en su buzón para fingir que no vive sola. Aunque a María Luisa le suena todo esto un poco raro al principio, finalmente acepta y le da dos nombres muy curiosos al simpático portero. A partir de ahí, cuando entra en el salón de su casa aparecen dos misteriosos hombres y empiezan las aventuras disparatadas de María Luisa.
Toda la primera parte del texto (hasta el minuto 45-50) resulta fascinante y sorprendente. ¿Quiénes son esos dos hombres? ¿Cómo han aparecido allí de repente? ¿Es realidad o fabulación? Poco a poco y a través de su interacción con ellos, iremos conociendo la vida cotidiana de esta mujer entrañable: sus desplazamientos en metro por la ciudad, su merodeo ante la puerta de un enigmático salón de baile, las divertidas conversaciones telefónicas con su amiga Angelines (magnífica Marisol Rolandi, pensamos que es un personaje que está un tanto desaprovechado). Todo transcurre a buen ritmo e incluso aparece otro personaje en la historia que provoca las risas del público entre tanta situación delirante. Sin embargo, hay un momento en que la protagonista desaparece de escena unos instantes (minuto 45-50 aproximadamente) y a partir de ahí la trama se desinfla y el ritmo empieza a decaer progresivamente.
Lo que hasta ese momento era divertido y sorprendente se acaba transformando en algo monótono e inconexo. Las gracias y ocurrencias de los distintos personajes se hacen repetitivas. Esperábamos y deseábamos que, tras unos minutos un tanto espesos, la chispa de Mayorga regresara… pero desgraciadamente no ocurre. Aunque el plantel de actores es de primera línea y nos brindan buenos momentos, la segunda parte de la obra se hace lenta. Las escenas se suceden sin coherencia hasta el desenlace (efectista pero nada clarificador). El montaje tiene una duración de una hora y cuarenta y cinco minutos aproximadamente). Y lo cierto es que nos quedamos con un sabor agridulce porque Mayorga ha creado una historia muy especial pero que, a nuestro juicio, no está bien resuelta.
Dicho esto, hay que alabar la espléndida actuación de Lola Casamayor de principio a fin. Sobra decir que es una de las mejores actrices de nuestra escena; solo hay que ver su impresionante trayectoria. Dando vida a María Luisa, realiza una interpretación deliciosa. Con cada una de sus miradas, su forma de moverse por el escenario o cada uno de sus gestos da un auténtico recital: cómo sube las escaleras, su expresión corporal cuando va en el metro, la delicadeza y la dulzura al relacionarse con sus tres visitantes… Solo por deleitarse con su actuación merece la pena ir a ver la función.
Completan el reparto un excelente grupo de actores formado por Juan Codina, Paco Ochoa, Juan Vinuesa, un graciosísimo Juan Paños (suyos son algunos de los momentos más divertidos de la función interpretando a un intenso y refinado poeta) y una fantástica Marisol Rolandi. Sus escenas con Lola Casamayor son maravillosas al igual que el vínculo que tienen ambos personajes -con su café de los jueves incluido-. Nos quedamos con ganas de más y pensamos que se podría haber profundizado en la relación entre ambas.
Por último, señalar que Juan Mayorga se ha encargado también de la dirección en este montaje, además del texto. En la puesta en escena, que es impecable, resaltar el espacio escénico de Alessio Meloni, reciente Premio Max a la Mejor Escenografía (Nos gusta especialmente la portería donde se encuentra el personaje de Paco Ochoa por la que María Luisa pasa una y otra vez, y tiene esas divertidas conversaciones con el portero). Destacar también el diseño de luces del maestro Juan Gómez Cornejo (magnífico, como siempre), el espacio sonoro de Yaiza Varona y el vestuario de Vanessa Actif.
Aldo Ruiz
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