‘ROMEO Y JULIETA DESPIERTAN’: ANA BELÉN Y JOSÉ LUIS GÓMEZ DAN VIDA A LOS MÍTICOS PERSONAJES DE SHAKESPEARE 50 AÑOS DESPUÉS DE SU MUERTE EN UN TEXTO ANODINO QUE NO ESTÁ A SU ALTURA

CALIFICACIÓN.- 5

Todos conocemos el trágico desenlace de la obra ‘Romeo y Julieta’ de Shakespeare: los amantes prefieren morir juntos antes que vivir separados. El dramaturgo austriaco Eberhard Petschinka reinventa ahora la historia y nos brinda una nueva versión donde los protagonistas se despiertan cincuenta años después tras un sueño infinito. Se despiertan… pero no se reconocen. Julieta solo ve a un caballero ochentón mientras que Romeo, a una dama muy bien conservada. Los dos se creen que todavía son un par de adolescentes. Ella piensa que solo durmió tres días y espera ansiosamente a su eterno amado. Él, por su parte, no se acuerda de nada.

Petschinka transforma el final de la tragedia de Shakespeare en el comienzo de la renovada historia de los amantes más famosos del mundo. Al despertarse, Julieta tiene que reconocer que ya no tiene 16 años y Romeo tiene que enfrentarse a una pared blanca contra la que choca al intentar recordar quién es y de dónde viene. Entre la ilusión de poder estar por fin juntos y la tristeza de no haber podido disfrutar de una vida en común, los dos intentan averiguar cómo llegaron hasta aquí y qué es lo que todavía les une.

Hasta el 4 de mayo, en la sala principal del Teatro Español, Ana Belén y José Luis Gómez protagonizan ‘Romeo y Julieta despiertan’, un texto anodino que, desde luego, no está a la altura de su talento. Aunque el planteamiento de la historia es muy interesante y sugerente, el desarrollo es lento (tedioso, a veces) y solamente en los últimos quince minutos logra atrapar nuestra atención cuando por fin los dos protagonistas se percatan de que tienen delante al ser amado.

Hasta llegar ahí, transcurre hora y media en la que el drama se mezcla con toques de comedia que no empastan nada bien. Por no hablar del prólogo inicial (con la presentación de los dos protagonistas) y los primeros minutos hasta que Romeo y Julieta despiertan que no aportan nada y ralentizan el ritmo. A lo largo de toda la obra, Eberhard Petschinka recrea algunas de las escenas más destacadas de la tragedia: desde el enamoramiento pasando por su boda hasta el envenenamiento y la muerte. La muerte como punto de partida para un nuevo comienzo. 

El gran aliciente de este montaje, sin lugar a dudas, es su pareja protagonista formada por dos de los más prestigiosos actores de este país. Ana Belén resulta convincente dando vida a Julieta cincuenta años después. Aunque no sea un papel que le permita brillar en exceso, la actriz derrocha elegancia y saber estar sobre las tablas del Teatro Español y nos regala los mejores momentos del montaje, tanto en el registro dramático como en las escenas cómicas (junto a José Luis Torrijo, muy gracioso interpretando a su Ama o desdoblándose en otros personajes) e incluso cantando en un par de ocasiones. José Luis Gómez, por su parte -que interpreta a un Romeo desmemoriado-, permanece durante toda la obra en un segundo plano, titubeante. Solo en la recta final, el veterano actor muestra algunos destellos del talento que atesora y ha demostrado a lo largo de su extraordinaria carrera. 

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Pero Ana Belén, José Luis Gómez y José Luis Torrijo no son los únicos que aparecen sobre las tablas en ‘Romeo y Julieta despiertan’. Les acompañan David San José al piano -también director musical- e Irene Rouco, que nos deleita tocando el chelo. Y es que la música es uno de los pilares del montaje. En algunas ocasiones, resulta más acertada que en otras. San José ha apostado por una mezcla de estilos que a veces nos parece demasiado transgresora y no encaja demasiado con la historia que se está contando. A nuestro juicio, la música clásica es el tono que más se ajusta a este relato por muy obvio que parezca.

Respecto a la puesta en escena planteada por Rafael Sánchez, no se ha escatimado en gastos. Nos resulta elegante a la par que efectista. Destacar el espacio escénico que ha diseñado Ikerne Giménez: sencillo, con el foso desnudo y escasos elementos escenográficos, dando protagonismo en todo momento al trabajo actoral. Siguiendo esta misma consigna, resaltar el espectacular diseño de luces de Carlos Marquerie. De hecho, el escenario está presidido por una gran estructura metálica circular -con varios focos- que se va moviendo y girando a medida que transcurre la acción. Una estructura que tiene un gran protagonismo en la puesta en escena. Lástima que el texto no acompañe. 

Aldo Ruiz

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