CALIFICACIÓN.- NOTABLE: 7’6
Solo quedan tres días para ver ‘Réquiem’ en el Teatro Fernán Gómez, una obra escrita, dirigida y protagonizada por Ester Bellver. Tres años después de la muerte de su padre, la actriz lo recuerda y lo revive en un emocionante montaje, cargado de sentimiento y que desprende humanidad. Estamos ante una obra con la que cualquier espectador se va a sentir identificado. ¿Quién no ha perdido alguna vez a un ser querido? ¿Cómo se afronta un momento tan duro como éste?. ¿Por qué nos cuesta tanto decir ‘te quiero’ a las personas que queremos?. Ester Bellver nos invita a la reflexión y nos da un golpe en el estómago con su hermoso ‘Réquiem’.

Ester Bellver en una de la imágenes más emotivas de ‘Réquiem’
En estos tiempos que corren donde estamos pegados a los móviles y a las redes sociales, y cada vez nos relacionamos menos con las personas -aunque sean nuestros familiares e, incluso, vivan con nosotros-, la propuesta de Ester Bellver y su ‘Réquiem’ suponen un soplo de aire fresco y una inyección de humanidad muy necesaria en este mundo cada vez más deshumanizado que nos ha tocado vivir. Hace tres años, la actriz perdió a su padre y, fruto de las dos semanas y media que pasó con él en el hospital, y de los recuerdos que la inundaron cuando tuvo que desmontar la casa familiar, nace este ‘Réquiem’ por la memoria de su padre. Una obra tremendamente emotiva y muy personal, en la que durante noventa minutos Ester recuerda a su progenitor, no sólo en aquellos amargos -y dulces, al mismo tiempo- momentos, sino también a lo largo de toda su vida. A raíz de la pérdida de un ser tan querido para ella, la actriz hace balance y le vienen a la memoria todos aquellos abrazos que no le dio en vida, y esos ‘te quiero’ que se quedó por decir. Pero, por encima de todo, siempre llevará en su corazón esos días de hospital en que ella y su padre rompieron todas las barreras posibles y su unión fue más fuerte que nunca. Desde entonces, ya será eterna.
Existen muchos tipos de obras de teatro; aquellas que nos entretienen sin más, otras que nos hacen reír o llorar, esas historias que abordan temas sociales o están basadas en hechos reales y así un largo etcétera. El ‘Réquiem’ de Ester Bellver es una obra totalmente necesaria porque rebosa humanidad por todos los poros y porque cualquier espectador se va a sentir identificado con ella. ¿Quién no ha perdido alguna vez a un ser querido? ¿Cómo se afronta un momento tan duro como éste?. ¿Por qué nos cuesta tanto decir ‘te quiero’ a las personas que queremos?. Esta obra te remueve por dentro y, además, te invita a reflexionar sobre los temas verdaderamente trascendentales de la vida y a los que, muchas veces, apenas les damos importancia.
Lo más destacado del montaje es, sin duda, la actuación de Ester Bellver que rezuma verdad y muchísimo sentimiento. La actriz se adentra en la relación con su padre de una forma muy natural, tremendamente cercana y honesta, sin caer en el dramatismo, y con una rotundidad aplastante. Durante una hora y media, Bellver nos va contando vivencias sobre su progenitor, sobre su familia, sobre su infancia… Vivencias muy entrañables, narradas a saltos temporales y que expresan de una manera muy hermosa la relación amor-odio que tenía con él. Y aquí, precisamente, radica el punto débil de ‘Réquiem’. Lo que está contando Ester es tan personal que, a veces, se excede en determinadas anécdotas o detalles que para ella pueden ser importantes pero que, para el espectador, resultan totalmente prescindibles. (Por ejemplo, el episodio de la cartera perdida en la playa. Muy bonito pero nos saca de la historia). Esto produce que la obra tenga ligeros altibajos y se alargue en exceso. Hay algunas cosas que se podrían pulir para que el montaje durase un poquito menos y el texto fluya a la perfección. A pesar de esto, Bellver tiene tanta fuerza sobre el escenario y destila tanta honestidad que, en ningún instante, pierdes el interés por la historia.
Además de su (excelente) labor como intérprete y dramaturga, Bellver también dirige el montaje y lo hace con suma brillantez. Para ello, nos ofrece una puesta en escena exquisita en la que sobresale el sensacional diseño de luces de Juan Gómez-Cornejo -que combina magistralmente los ambientes azules y los más cálidos- y la original escenografía que juega un papel determinante. Ester está rodeada de un círculo compuesto de docenas de perchas (pertenecientes a los armarios de su padre), un galán de noche -también de él-, tres lámparas de su casa familiar, y un acordeón que ella toca en varios momentos del espectáculo. Además de la maravillosa escenografía hay que destacar el original vestuario. Ester lleva un voluptuoso traje de lo más ocurrente, formado por un chaleco de hombre -en el tronco-, una correa y, en la parte de abajo, una preciosa falda confeccionada con chaquetas de múltiples trajes. El conjunto es espectacular y se completa con un sorprendente tocado. El pelo lo tiene recogido en una trenza de la que cuelgan, entrelazadas, varias corbatas. Así vestida y, moviéndose continuamente por toda la sala, Ester recuerda a su padre, revive mil y una anécdotas con él, y las recrea usando las perchas y el galán de noche en un montaje lleno de dinamismo. ¡Qué hermoso es el momento en que ella abraza el galán de noche y parece que está abrazando a su padre. Emocionante, cargado de sentimiento y desbordante de humanidad, así es el ‘Réquiem’ de Ester Bellver a su padre.
Aldo Ruiz
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