‘LOS MARIACHIS’: GENIAL ISRAEL ELEJALDE DANDO VIDA A UN POLÍTICO CORRUPTO EN EL ESPERPÉNTICO RETRATO QUE HACE PABLO REMÓN DE LA ESPAÑA DE LA CHARANGA Y LA PANDERETA

CALIFICACIÓN.- SOBRESALIENTE: 9

Tras cosechar un enorme éxito con su anterior montaje, ‘El Tratamiento’, que hemos podido ver recientemente en el Kamikaze, el prolífico Pablo Remón regresa estos días a la cartelera madrileña con su nueva aventura teatral, ‘Los Mariachis’. Una comedia negra ambientada en la España rural que tiene la corrupción como telón de fondo. Hasta el 27 de mayo, en la Sala Negra de los Teatros del Canal, se puede disfrutar de esta singular road movie patria protagonizada, de forma sensacional, por Israel Elejalde, Luis Bermejo, Francisco Reyes y Emilio Tomé.
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A la derecha, Israel Elejalde que interpreta a Germán, un político corrupto. A la izquierda, Luis Bermejo -sentado- conversa con Emilio Tomé.

Hace unos años descubrí a Pablo Remón en la maravillosa ‘Cuarenta años de Paz’ en el Teatro del Barrio y, desde entonces, ha sido un placer seguir su trayectoria teatral, y ser testigo de su asombrosa versatilidad y de la incuestionable maestría que tiene a la hora de escribir y dirigir historias de diversas índoles. En ‘Los Marachis’, el dramaturgo vuelve a dar lo mejor de sí mismo con una genuina tragicomedia al más puro estilo de Azcona, Berlanga e, incluso, de Buñuel. Una historia impregnada de surrealismo y esperpento ambientada en la España de la charanga y la pandereta, en esa España de la burbuja immobiliaria que dejó «secas» y arrasadas muchas zonas del interior de nuestra meseta, que ahora están prácticamente desérticas y despobladas, y que tienen por delante un futuro no demasiado halagüeño. 

‘Los Mariachis’ (En la jerga financiera, un mariachi es cada uno de los testaferros necesarios para montar una SICAV y, así, tributar menos) nos cuenta la historia de Germán, un político corrupto y desahuciado, que días antes de ser juzgado y -con toda seguridad, condenado a prisión- decide hacer una peregrinación hacia su pueblo, -situado en el interior de la meseta y que no visita desde hace 27 años- para sacar en procesión a San Pascual Bailón, cuyas fiestas patronales se celebran esos días curiosamente. Al regresar al hogar que lo vio nacer, Germán se encuentra allí con tres primos suyos ‘okupas’ -a los que no ve desde la adolescencia- y que, curiosamente, también pertenecen a la peña que él creó en su infancia y que se llama, -como no podía ser de otra manera-, ‘Los Mariachis’. 

Pablo Remón firma un espléndido trabajo en esta singular road movie con la que nos vamos a sentir muy identificados desgraciadamente. Una tragicomedia en la que el dramaturgo, como Almodóvar en ‘Volver’, lleva al político de regreso a casa, y ahonda en sus raíces, en ese hogar donde él se crió en una familia muy pobre. Luego, con el pasó de los años, acabaría emigrando a la ciudad, amasando rápidamente una gran fortuna debido a su vertiginosa carrera como político y a la corrupción –el pan nuestro de cada día en este país-, esa lacra que está arrasando España en los últimos años. En ‘Los Mariachis’, Pablo Remón demuestra una vez más su poderosa capacidad narrativa y, a lo largo de noventa minutos, hace un alarde de precisión y talento para contarnos esta historia que incluye continuos saltos de tiempo y flashbacks al pasado. Otra de las características habituales de sus obras y que las hacen únicas, es su constante mezcla de estilos. ‘Los Mariachis’ podría ser perfectamente una tragicomedia de las de Azcona o Berlanga, o una especie de road movie patria o, incluso, una comedia negra surrealista con la corrupción como telón de fondo.

Lo que no cabe duda es que estamos ante una obra con sello de autor, muy bien escrita y excelentemente dirigida. A la hora de poner en escena sus historias, Remón es capaz de crear atmósferas propias y fascinantes. Y aquí lo vuelve a hacer, apoyándose en el extraordinario trabajo de Mónica Boromello -en la escenografía- y de David Picazo -en el diseño de luces-. Entre ambos consiguen llevarnos realmente a un pueblo del interior de la meseta, logrando transmitir esa aridez, esa atmósfera desértica y asfixiante que envuelve a todos los personajes. Destacar también en el montaje la ambientación sonora creada por Sandra Vicente y el vestuario de Ana López -con mención aparte para la estupenda ambientación de María Calderón en el traje de Elejalde-. 

Israel Elejalde hace una genial composición del personaje de Germán, ese político corrupto que tanto nos recuerda a Miguel Blesa. Recordemos que no es la primera vez que Elejalde se mete en la piel de un personaje de similares características. Ya interpretó a un corrupto el año pasado en ‘Refugio’ de Miguel del Arco. Sin embargo, aquí la aproximación que hace Remón es mucho más acorde a nuestra realidad, más caricaturesca y esperpéntica, y Elejalde borda la ejecución del personaje de principio a fin, realizando una de sus mejores interpretaciones de los últimos años. Su actuación nos deja momentos memorables con diálogos y situaciones surrealistas donde prima el humor absurdo. Me voy a quedar con tres especialmente; en primer lugar, con el momentazo cuando él va a las máquinas expendedoras del hospital a por una Fanta de Naranja y se le aparece -de pronto- ‘San Pascual Bailón’. ¡Completamente desternillante!. Me quedo también con el encuentro -a lo Tip y Col- entre Israel y Luis Bermejo en una cafetería. ¡Puro surrealismo!. Entre mis favoritas no podía faltar tampoco la escena que comparte con Emilio Tomé, en la que este último encarna a su hijo de nueve años. Es muy representativa del personaje y de la obra en sí. Entre Remón y Elejalde han logrado trazar un retrato totalmente berlangiano de este corrupto y de la España de charanga y de pandereta que estamos viviendo en las últimas décadas. 

Además de Elejalde, quiero destacar también el sensacional trabajo de los otros tres protagonistas. Luis Bermejo brilla dando vida al mayor de los tres primos, un acérrimo defensor de las fiestas del pueblo y de los cabezudos, por encima de todo. ¡Qué vamos a decir de Bermejo que no se haya dicho ya!. Es uno de los grandes actores de este país y aquí lo vuelve a dejar patente. Su disputa con Emilio Tomé para ver quién sabe más del pueblo es realmente genial. Tomé también está fantástico dando vida al primo pequeño de Elejalde, al que su mujer lo acaba de abandonar, dejándolo allí solo en el pueblo y marchándose a la ciudad con su hija. El primo mediano, por último, está interpretado con muchísima gracia por Francisco Reyes. Es un personaje muy peculiar, el típico familiar raruno, con una socarronería muy particular, con el que apenas tienes temas de conversación y que, cuando hablas con él, parece que estás hablando con un extraterrestre. Reyes, Tomé y Bermejo están magníficos dando vida a los tres primos del político y, también, cuando se desdoblan en esos pequeños personajes episódicos tan típicos y característicos de esta España corrupta que nos ha tocado vivir. 

Aldo Ruiz

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