‘LAS DOS EN PUNTO’: MONA MARTÍNEZ Y CARMEN BARRANTES, ESPLÉNDIDAS, HACEN UN RETRATO CONMOVEDOR DE ‘LAS MARÍAS’ DE SANTIAGO DE COMPOSTELA

CALIFICACIÓN: EXCELENTE: 8

Hasta el 23 de mayo, en el Matadero se representa ‘Las dos en punto’, una historia basada en dos personajes reales, ‘Las Marías’ de Santiago de Compostela. Esther F. Carrodeguas ha confeccionado el texto que Natalia Menéndez se encarga de llevar a escena de forma magnífica. Carmen Barrantes y Mona Martínez, espléndidas ambas, interpretan respectivamente a Maruja y Coralia y nos brindan dos grandes interpretaciones. 

‘Las dos en punto’ es uno de los montajes más especiales que hemos visto en 2021 y, mucho más, si tenemos en cuenta que Mona Martínez y Carmen Barrantes están interpretando a dos personajes reales. Ya en 2008, Xosé Rivadulla Corcón grababa el documental ‘Coralia e Maruxa, as irmás Fandiño’. Ahí se recogía la historia de estas dos mujeres que, durante la Guerra civil y hasta mediados de los años cuarenta, fueron maltratadas por los falangistas con el objetivo de averiguar el paradero de sus hermanos, que eran republicanos. Como bien dice la autora del texto, Esther F. Carrodeguas, Maruja y Coralia «fueron burladas, violentadas, insultadas, silenciadas; fueron rojas, fueron putas, fueron nada. Fueron hambre. Pero nadie las pudo parar. No dejaron nunca de caminar». Todos esos malos tratos, las torturas y la vejaciones que sufrieron durante tantos años afectaron a su estado mental: el delirio y la locura se acabó apoderando de ellas. 

Partiendo de esta tremenda historia, Esther F. Carrodeguas ha confeccionado un texto que recrea muy bien la esencia de estas dos hermanas excéntricas y esperpénticas -por su aspecto y su comportamiento- pero que, al mismo tiempo, resultan realmente entrañables. La historia arranca con la salida de casa. El reloj marca las dos en punto de la tarde y ellas, totalmente maquilladas, salen para ir al supermercado a comprar un licor típico que les encanta y unas galletas María. Su situación es muy precaria y viven de la caridad. Ellas eran costureras pero cuando se acaba la guerra, sus clientas dejan de ir por temor a que las puedan vincular políticamente. Desde ese momento, la vida de las dos hermanas se reduce a esa salida diaria, siempre a las dos en punto de la tarde, y poco más. De hecho, tienen muy interiorizado que no pueden salir ni por la tarde, ni por la noche, porque eso es ‘de putas’, como decía su padre. 

Natalia Menéndez es la encargada de llevar a escena el texto de Esther F. Carrodeguas, y lo hace de forma sobresaliente, con mucho tino y elegancia. Y, además, sacándole el máximo rendimiento a la sala Fernando Arrabal para contar esta historia intimista, una sala enorme pero brillantemente rentabilizada por Menéndez. Elisa Sanz ha creado la escenografía, que es una maravilla: sencilla, precisa y tremendamente eficaz. En la parte de atrás, un montón de ropa amontonada y una gran pantalla, donde se hacen video proyecciones -un elemento fundamental en la puesta en escena– a lo largo de toda la obra. En el suelo, hay varias placas que se deslizan y que ayudan a ese ‘caminar’ de las hermanas, muy característico de ellas. Estas plataformas deslizantes nos parecen un recurso genial de puesta en escena y que sirven, además, para que vayan apareciendo otros elementos escenográficos (un banco, una caja enorme de madera… ).

En la puesta en escena también hay que destacar el fantástico diseño de luces de Juanjo Llorens, el espacio sonoro de Juanjo Valmorisco y Ana Villa (esta última se encarga también de la música, mínima pero muy importante en los momentos cumbre). Y, por supuesto, no nos podemos olvidar del movimiento escénico -obra de Mónica Runde- y de las video proyecciones de Álvaro Luna, que están hechas con un gusto exquisito y que ayudan enormemente al desarrollo y a la potenciación de la historia. En definitiva, Natalia Menéndez nos brinda una puesta en escena sobresaliente, con una estética y algunos otros elementos que nos recuerdan inevitablemente a ‘¿Qué fue de Baby Jane?’, la mítica película de Bette Davis y Joan Crawford. La dirección de Menéndez es espléndida al igual que ocurriera hace unos meses con otro de sus montajes, ‘El salto de Darwin’, en el que también hacía una extraordinaria labor de dirección. 

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Hemos dejado para el final el apartado interpretativo. Si en cualquier montaje, la elección de los intérpretes es fundamental, aquí lo es mucho más aún si cabe. Es muy complicado dar vida a estos dos personajes porque es muy fácil quedarse solo en la parodia. Y es que, como hemos señalado anteriormente, Maruja y Coralia eran dos mujeres muy estrafalarias, grotescas, excesivas, etc… Sin embargo, también tienen un gran corazón y mucha pena por dentro, que ocultan siempre con su exageradísimo maquillaje.  Carmen Barrantes y Mona Martínez están magníficas ambas. Carmen se mete en la piel de Maruja, la mayor de la dos -aunque curiosamente es la más joven-, la hermana protectora y obsesiva que está siempre pendiente de cuidar a su hermana pequeña, Coralia, interpretada por Mona Martínez. La complicidad y la química de las dos sobre el escenario es una de las claves del éxito y, por supuesto, lo bien que empastan sus actuaciones. Desde su primera aparición, te crees que son hermanas. Además y, muy importante, ambas están en el mismo código y dominan a la perfección ese registro tragicómico, vital para meterse en la piel de estos dos personajes. 

Carmen y Mona nos deleitan con grandísimos momentos a lo largo de los 75 minutos que dura la función, como esa primera aparición cuando las dos se están maquillando para salir de casa, o cuando van caminando por los soportales con el paraguas. ¡Y qué decir de la escena del banco! Una de las más redondas y simbólicas de toda la obra. O de ese final redondo y conmovedor, en el que Mona Martínez saca todo lo mejor de sí misma  -que es muchísimo- y nos estremece el alma. Un desenlace potentísimo que, junto a la proyección de las imágenes de las verdaderas hermanas, hacen que salgamos de la sala revueltos emocionalmente pero felices de hacer conocido de primera mano una historia como ésta y, por supuesto, con ganas de indagar más en la vida de estas dos mujeres valientes, luchadoras y muy especiales.  

Aldo Ruiz

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