CALIFICACIÓN.- NOTABLE: 7’5
‘Afterglow’, uno de los mayores éxitos del Off de Broadway, ha llegado a Nave 73 de la mano de Carlos Martín y Diego Rebollo. Ambos producen y adaptan, con muy buen olfato, el texto de S. Asher Gelman, una obra que aborda la historia de Josh y Alex, un matrimonio con una relación estable y abierta, que una noche tienen sexo con un tercero, Darius. A partir de ese momento, empieza una tormentosa relación a tres. Pedro Casas dirige de manera brillante este montaje que está protagonizado por Christian Escuredo, Andrés Acevedo y Jorge Vidal. ‘Afterglow’ promete repetir en Madrid el éxito de Nueva York. De hecho, ha colgado el cartel de ‘sold out’ en todas las funciones de marzo y ya está todo vendido para abril.
Teníamos muchas expectativas depositas en ‘Afterglow’, una obra que ha tenido muchísimo éxito en el Off de Broadway, convirtiéndose en el espectáculo de mayor duración de la historia del ‘Davenport Theatre’, con producciones internacionales como la del ‘West End’ de Londres y, próximamente, en Los Ángeles. Un éxito sin precedentes que acaba de aterrizar en Madrid, concretamente en ‘Nave 73’. El teatro está ávido de buenas historias gays, por eso el público responde de esta manera a la obra que, más allá de reflejar determinados estereotipos homosexuales, bucea en el interior de la relación entre dos personas que llevan mucho tiempo juntos y que van a tener un hijo. Josh y Álex llevan muchos años de relación (no se especifica cuántos), son guapos, triunfadores y, a su manera, una pareja feliz. Una de sus grandes particularidades es que tienen una relación abierta: pueden tener sexo con otros hombres, juntos o por separado. El peligro de este tipo de relaciones, y eso está muy bien reflejado, es cuando entra una tercera persona, como Darius y, más allá del sexo, aparecen los sentimientos.
Este es el punto de partida de S. Asher Gelman, que ha confeccionado un texto potente, realista y tremendamente actual dentro de mundo gay. Pero, por encima de todo, es una historia de amor, atípica o no, con la que todo el mundo se llega a sentir identificado con alguno de los tres personajes o con algunos hechos que ocurren, ya seas hombre o mujer, e independientemente de la orientación sexual. Diego Rebollo -que ya produjo esa maravilla llamada ‘Amores minúsculos’– y Carlos Martín han tenido la habilidad y el olfato de adaptar el texto al español y producirlo en Madrid.
Partiendo de este texto excelente, Pedro Casas ha hecho un trabajo muy brillante en la dirección escénica, como suele ser habitual en todos sus montajes. Para contarnos la historia de estos tres hombres, Casas ha diseñado una especie de jaula metálica transparente, cubierta de estores -que se suben y se bajan a medida que transcurre la historia- y, en el centro del escenario, hay una enorme cama, un elemento crucial en la puesta en escena. Al fondo, una ducha que el espectador no llegar a ver, pero que da mucho juego en la puesta en escena. La escenografía, obra de Bengoa Vázquez, es magnífica al igual que el diseño de luces creado por Lola Barroso que le da un tono muy cálido a la historia. Otro de los apartados que más nos ha gustado de ‘Afterglow’ es el ‘movimiento’. Nos encanta cómo entran y salen los tres personajes de la habitación, el uso de los efectos a cámara lenta y la música pop electrónica que ha escogido el director. En conjunto, nos ha encantado la dirección escénica.
Uno de los puentes fuertes del montaje, como no podía ser de otra manera, es el tratamiento de las escenas de sexo. Se corría el riesgo, como hemos visto en tantas obras teatrales con temática gay, que el exhibicionismo, la superficialidad o los desnudos forzados se adueñaran del montaje. Sin embargo, Pedro Casas -que se caracteriza por su gusto exquisito- ha dirigido estas complicadas escenas para los actores de manera muy cuidada y con elegancia. De hecho, una vez que entras en la historia de Álex, Josh y Darius, te dejas arrastrar por ella y te centras en lo verdaderamente importante: la trama. Es evidente que el texto tiene mucha fuerza y que las escenas de sexo son cruciales para entender esta relación, pero se podía haber ‘abusado’ de determinados clichés gays y en general no se hace.
Y hemos dejado para el final al trío protagonista, sin ellos no se podría contar la historia de ‘Afterglow’. Christian Escuredo, al que estamos acostumbrados a ver en musicales, como ‘Priscilla’ o ’33, o series como ‘Fariña’, da el salto al teatro Off para meterse en la piel de Álex, un hombre atractivo, triunfador y, químico de profesión, que trabaja en un laboratorio. Su interpretación destila naturalidad, frescura y versatilidad a la hora de enfrentarse a los diferentes registros que tiene su personaje. Andrés Acevedo (‘Burundanga’, ‘Our Town’, ‘Gross Indecency’ ) da vida a Josh, el novio de Álex, un actor guapo, de personalidad más inestable y mucho más sexual que su pareja. Acevedo da un paso más en su carrera y nos ofrece una actuación muy convincente en un personaje lleno de aristas y bastante complejo. Quizás, echamos en falta un poco más de química entre los dos actores en sus escenas conjuntas. Se supone que llevan saliendo muchos años, van a tener un hijo, etc… pero, en determinadas escenas o situaciones -como cuando Álex gasta bromas y saca a relucir su sentido del humor-, faltaría esa complicidad que dan tantos años viviendo en pareja. No es un obstáculo infranqueable, ni mucho menos, pensamos que solucionará con el paso de las funciones y con más rodaje.
Completa el reparto Jorge Vidal que, a nuestro juicio, realiza la actuación menos convincente de los tres y que provoca que cojee el elenco. Él interpreta a Darius, un fisioterapeuta muy joven, cargado de inocencia, con menos experiencia en relaciones, y que cree fervientemente en el amor. Es un personaje muy importante en la trama porque causa un verdadero terremoto en la pareja formada por Álex y Josh. Lo que en principio es simplemente un divertimento sexual para Josh y Álex, acaba desembocando en algo mucho más profundo. Quizás sean las pautas que le han marcado por parte de la dirección pero, a nuestro juicio, el personaje de Darius -que tiene muchísimo peso en la historia- nos resulta poco creíble y demasiado histriónico. Nos cuesta entender que él pueda hacer tambalearse una relación de tantos años (y que está esperando un hijo). Y, no hablamos de físico, por supuesto que no. Nos referimos fundamentalmente a ese tipo de perfil: creemos que al personaje le falta carisma, madurez o profundidad -independientemente de lo joven que sea-. Al menos, eso es lo que se proyecta o lo que nosotros hemos captado.
En cualquier caso, ‘Afterglow’ es un soplo de aire fresco en la cartelera madrileña y una obra muy recomendable, no solo para el público gay. Estamos convencidos de que el camino triunfal que lleva hasta ahora el montaje -dos meses colgando el cartel de ‘sold out’ en Nave 73- se va a repetir durante muchísimo tiempo (con estos actores o con otros elencos). Porque, no solo se trata de una historia homosexual, estamos ante un gran texto en el que los protagonistas son gays como podían haber sido heterosexuales. ‘Afterglow’ aborda la complejidad del amor en pleno siglo XXI y abre una puerta a la reflexión sobre qué es la ‘normalidad’ en una pareja.
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