CALIFICACIÓN.- SOBRESALIENTE: 9
Del 19 de noviembre al 8 de diciembre, en el Teatro Valle Inclán se ha representado ‘Pulmones’, un magnífico montaje dirigido por José María Esbec a partir de una obra de Duncan Macmillan, autor también de la maravillosa ‘Las cosas extraordinarias’, que podemos ver actualmente en el Lara. ‘Pulmones’ es un texto vibrante, intenso y desbordante de emociones que habla de la pareja, de la maternidad, del amor, del colapso medioambiental, de la vida, de la muerte… De tantas y tantas cosas importantes condensadas brillantemente en 80 minutos. Alberto Amarilla y Zaida Alonso, maravillosos ambos, son los protagonistas de esta fascinante historia de amor que, esperemos regrese muy pronto a los escenarios madrileños.
‘Pulmones’ es una de las grandes sorpresas que nos hemos llevado en la recta final del año. Ya preveíamos que iba a ser un montaje muy interesante, puesto que está basado en una obra de Duncan Macmillan, pero el resultado final ha superado -con creces- nuestras mejores expectativas. Y, no solo por el texto -que es fantástico- sino por la brillante y original puesta en escena diseñada por José María Esbec, y por las soberbias interpretaciones de Alberto Amarilla y Zaida Alonso.
‘Pulmones’ aborda el drama de una pareja que se desestabiliza al plantearse el impacto medioambiental que implica traer un hijo al mundo. A partir de ahí, los cimientos de esos dos personajes -que tanto se aman- se tambalean por completo y su universo se romperá en mil pedazos. Con la conciencia ecológica como revulsivo contra el apocalipsis, Duncan Macmillan diseña un texto inteligente y emocionante que nos habla también del miedo, de la parálisis que provoca el conocimiento y del error como aprendizaje. Una obra que aborda temas tan trascendentales como la vida y la muerte… pero, ante todo, trata del amor. Porque ‘Pulmones’ es una historia de amor en toda regla; la de dos personajes que están predestinados a estar juntos, a pesar de todos y cada uno de los obstáculos que tienen que sortear en la vida.
José María Esbec ha hecho un trabajo sensacional a la hora de llevar a escena la obra de Macmillan. Y tiene doble mérito puesto que no es nada fácil adaptar un texto de tales características (denso, intenso, espinoso, en el que los personajes atraviesan un auténtico carrusel de emociones a lo largo de toda la obra). Esbec ha sabido poner en escena la conversación entre dos personajes que abarca -por así decirlo- toda una vida. Ahí es nada. Y lo hace con absoluta brillantez y una enorme originalidad. De hecho, la dirección de ‘Pulmones’ es, sin lugar a dudas, uno de los apartados más potentes de este montaje. A pesar de la densidad y la intensidad de las conversaciones, Esbec consigue que el texto fluya con maestría, con un gran dinamismo y usando magníficas transiciones. Además, logra convertir en imágenes muchas de las sensaciones y emociones que emanan del texto de Macmillan, y eso solo lo puede hacer alguien que controle a la perfección el lenguaje audiovisual.

Alberto Amarilla y Zaida Alonso en una de las múltiples y hermosas imágenes que nos deja ‘Pulmones’. Fotografía: marcosGpunto
Esbec podía haber apostado, quizás, por una puesta en escena más convencional -probablemente es lo que muchos habrían hecho en su lugar-. Sin embargo, él ha arriesgado, y nos convence con una puesta en escena transgresora -con un toque futurista- sustentada en la original escenografía diseñada por él mismo y por Petros Lappas. La escenografía está compuesta por tres placas cristalinas, -situadas al fondo del escenario-, sobre las que ambos personajes escriben sus pensamientos y reflexiones. Debajo de las placas, hay unas barras de luces de neón azul, que refuerzan ese toque futurista. En el suelo -negro-, hay insertadas dos cintas de correr, que juegan un papel fundamental durante todo el montaje, sobre las que Alberto y Zaida transitan, caminan, corren y deambulan a lo largo de los ochenta minutos que dura el montaje. Sobre sus cabezas, una barra casi imperceptible que suelta, de vez en cuando, una fina capa de agua que los recubre. Además de la escenografía, Esbec se ha apoyado en un fantástico equipo artístico compuesto por María Caudevilla (Espacio sonoro y ayudante de dirección, además de ser la traductora del texto), Tomás Ezquerra (Diseño de luces) y Miguel Álvarez G. (Videoproyecciones). Entre todos han creado una puesta en escena sumamente atractiva.
Pero este montaje no alcanzaría las cotas de excelencia que tiene si no fuera por la extraordinaria interpretación que realizan Alberto Amarilla y Zaida Alonso. Ambos están maravillosos, derrochando química sobre el escenario y plasmando todos esos matices que requieren sus complejos personajes. Zaida Alonso brilla dando vida a ‘Z’, una mujer muy inteligente, dotada de una gran personalidad, que se desestabiliza totalmente cuando se queda embarazada. Es entonces cuando aparecen los miedos y, su carácter neurótico, se apodera de ella. Zaida transmite perfectamente la dualidad de su personaje; por un lado, la fragilidad y la inseguridad y, por otro, ese torrente de fuerza que arrasa con todo.
Alberto Amarilla, por su parte, borda el papel de ‘A’, un hombre que, por encima de todas las cosas, ama a su mujer, a la que cuida y protege sobre manera. Sin riesgo a equivocarnos, podemos afirmar que el actor nos ofrece aquí uno de los mejores trabajos de su carrera teatral. Su personaje es puro corazón, templanza, generosidad… Y, todo ello, lo transmite Amarilla de manera rotunda, en una actuación a flor de piel, desbordante de talento y emoción.
Emoción, precisamente, es lo que desprende el desenlace de ‘Pulmones’. Sin duda, uno de los finales más hermosos -y potentes- que hemos visto en este 2019. Lo cierto es que estamos ante un montaje espléndido al que, quizás, no se le ha dado la relevancia que se merece, y al que deseamos regrese, muy pronto, a los escenarios madrileños.
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