CALIFICACIÓN.- NOTABLE: 7’5
El 16 de mayo de 1995, fallecía Lola Flores. Con su muerte se esfumaba la posibilidad de ver a ‘La Faraona’ dando vida a Poncia, el mítico personaje de ‘La casa de Bernarda Alba’. Miguel Narros le ofreció el papel pero la agenda de la artista y su posterior desaparición lo impidieron. Este era uno de los sueños teatrales de la gran Lola Flores al igual que interpretar a Serafina Delle Rose en ‘La rosa tatuada’, personaje por el que Anna Magnani se llevó el Oscar de Hollywood. Pero tampoco pudo ser.
Han pasado 28 años desde que la intérprete de ‘La Zarzamora’ nos dijera adiós, y ahora es su hija Lolita quien se mete en la piel de Poncia, la criada de Bernarda, en un magnífico monólogo que se representa en la sala grande del Teatro Español hasta el próximo 3 de diciembre. Partiendo de los parlamentos de Poncia en la mítica obra de Lorca, Luis Luque ha escrito un texto hermoso y cargado de poesía con el fin de liberar al personaje lorquiano y darle vida más allá de esa cárcel en la que vivía. En palabras del dramaturgo, «he rescatado las intervenciones de Poncia y las he convertido en reflexión, soliloquios, diálogos con fantasmas y sombras».
La pieza arranca tras la muerte de Adela. «Ha muerto una hembra valiente», dice la criada culpándose a sí misma de no haber hecho más de lo que hizo. Todavía en shock, Poncia desata su ira y ajusta cuentas con las habitantes que sobreviven. Habla la hija pequeña de Bernarda (Adela), a la que muestra todo su cariño y simpatía, de dos de sus hermanas (Angustias y Martirio, a la que odia con todas sus fuerzas), de Pepe ‘El Romano’ (el desencadenante de la tragedia) de Josefa (la madre de Bernarda) y, cómo no, ajusta cuentas con la matriarca de la casa, en una de las mejores escenas de toda la obra, en la que Poncia saca toda su rabia.
A lo largo de setenta minutos, la Poncia de Luque habla del suicidio y la libertad, de la culpa, la educación y el sexo. Y lo grita a los cuatro vientos con toda la fuerza de una mujer que ha sido maltratada, sometida y callada. El alma de la criada se revela al mundo para insistir en la necesidad de transferir a los demás la idea de amarnos en libertad. La obra culmina con una bellísima escena en la que conocemos a ‘la Poncia’ mujer. Luque la saca de la casa de Bernarda para trasladarla al mar, a su infancia y adolescencia. Allí descubrimos sus sueños y sus anhelos, y muestra su carnalidad. Es una Poncia liberada y empoderada, que clama contra del machismo y alza su bandera en pro del feminismo y la libertad de las mujeres.
El gran reclamo de este montaje es, sin lugar a dudas, ver a Lolita en la piel de Poncia. A sus 65 años, la actriz nos brinda una de las mejores actuaciones de su carrera. (La mejor, a nuestro juicio, sigue siendo ‘La plaza del diamante’). Luis Luque le ha confeccionado un traje a medida que permite a la artista demostrar toda la fuerza dramática que atesora. En la plenitud de su carrera, Lolita llena el escenario del Teatro Español -tarea que no es nada fácil-, derrochando arte, garra y mucha raza. Es increíble cómo, con el paso de los años, su voz se parece cada vez más a la de su madre. De hecho, hay muchísimos momentos en esta ‘Poncia’ donde las palabas desgarradas de Lolita resuenan poderosamente como el eco de Lola Flores. Cada día, Lolita es mejor actriz, mejor artista. Y cada día nos recuerda más a su madre.

El día que estuvimos nosotros (martes 7 de noviembre), el público en pie se lo recompensaba con una cerradísima ovación. En un momento dado, la actriz pedía la palabra para agradecer los elogios de los espectadores y dedicar unas emotivas palabras a toda su familia: sus padres, sus hijos, su sobrina Alba y para su hermana Rosario, que estaba presente en un palco del Teatro Español junto a su marido y sus dos hijos. La menor de las Flores se levantaba agradeciendo los aplausos del público y lanzaba un beso de vuelta a su hermana mayor en el escenario.
Más allá de la sobresaliente actuación de Lolita, otro de los puntos fuertes del montaje es la elegante y hermosa puesta en escena diseñada por Luis Luque. Una puesta en escena que nos deja imágenes de enorme belleza y de una extraordinaria potencia estética, como por ejemplo esa en la que Lolita aparece de fondo, caminando con el garrote de Bernarda, a través de las cortinas blancas semitransparentes. Y en cada uno de sus pasos, se va encendiendo un foco de luz. Un recurso bellísimo. Nos encanta también la escena de la jarra de leche y los vasos, y por supuesto el potentísimo y liberador desenlace.
Luque ha hecho un trabajo excelente en la dirección, usando fundidos a negro entre escena y escena, y apoyándose en el espléndido (y efectista) espacio escénico diseñado por Mónica Boromello, en el que juegan un papel fundamental las telas blancas semitransparentes que cubren el escenario y por las que Poncia va transitando a lo largo de los 70 minutos que dura la función. Destacar también el maravilloso diseño de luces de Paco Ariza, la magnífica música original de Luis Miguel Cobo -que logra crear una atmósfera perfecta para la narración de esta historia- y el diseño de vestuario de Almudena Rodríguez.
Aldo Ruiz
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magnifica Lolita en toda la interpretación.Hoy en la primera parte cuando estaba en penumbra vi a su madre. cada día se parece mas en todo, hasta en la voz. Pero ella magnífica
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Ayer tu ve la gran alegría de reconocer un artista excepcional. La empecé a ver en el monologo de «La Plaça del Daimant» y ayer en»Poncia».
Es una maravilla tanto la puesta en escena como la gran actriz en que se ha convertido Lolita Flores.
Quiero pero apuntar una cosa. Conoci Lola Flores en su juventud, fue májica i también ella fue la que una catalana como yo fuera una aficionada al Flamenco.
quisiera decir una cosa a Lolita: quise mucho a tu madre, pero ayer te conocia a ti, una artista excepcional, por favor sigue con este arte no te entretengas en hacer de Lola Flores. Era única.
Haz de Lolita Flores, ERES ÚNICA. Un abrazo.
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Pingback: 08 de Marzo – PONCIA | Asociación LA TRAMPA DEL DONCEL
Maravillosa Lolita.Saca entre cortinas transparentes toda la garra artística de madre de tal forma que madre e hija se fusionan en la obra. Felicidades
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