CALIFICACIÓN.- SOBRESALIENTE: 9
Lolita Flores triunfa dando vida a la Colometa en ‘La Plaza del Diamante’, un emotivo monólogo -dirigido por Joan Ollé- basado en la famosa novela de Mercé Rodoreda. Hasta el 17 de abril, en el ‘Teatro Bellas Artes’, se podrá disfrutar de esta conmovedora historia en la que la mayor de las Flores nos emociona y nos hace vibrar como nunca.

Lolita protagoniza ‘La Plaza del Diamante’
Aparece sobre las tablas del ‘Bellas Artes’ -en un lateral- caminando hacia el banco situado en el centro del escenario. Tiene el aura de las grandes estrellas. De pronto, se sienta en él, respira, alza su mirada y comienza a desgranarnos la historia de ‘La Colometa’. Solo con su voz, sus gestos y sus manos… Solo con sus ojos, sus lágrimas y sus sonrisas, Lolita es capaz de llegarnos al alma contándonos la vida de esta mujer que, como tantas otras de la época, les tocó vivir un periodo de la historia de España especialmente duro y desolador: la Guerra Civil y la posguerra. Al igual que otras miles de mujeres, Natalia -huérfana de madre-, verá morir a sus seres queridos, pasará hambre y grandes miserias y se sentirá, en muchas ocasiones, incapaz de sacar adelante a sus hijos.

Lolita sentada en el banco de ‘La Plaza del Diamante’ con la preciosa escenografía de Ana López Cobos y Alessio Meloni.
Carles Guillén y Joan Ollé han hecho una brillante adaptación de ‘La Plaza del diamante’, la famosa obra de Mercé Rodoreda. Para muchos, una de las mejores novelas catalanas de todos los tiempos. Publicada en 1962, esta crónica fiel de la Barcelona de la posguerra cosechó un éxito inmediato y, desde entonces, se han hecho múltiples adaptaciones. La novela nos cuenta la vida de Natalia, una mujer casada con un hombre tremendamente egoísta que la hace muy infeliz. La Colometa, como así la apoda su marido desde que la conoció, tiene que renunciar a su propia identidad cediendo todo el protagonismo a su esposo y aceptando los convencionalismos de la época. Pero la vida y las circunstancias obligan a Colometa y al resto de los personajes a crecer.
Partiendo de esta maravillosa historia, Joan Ollé nos ofrece una puesta en escena sencilla, pero muy elegante, sustentada en la portentosa interpretación de Lolita y también en una serie de elementos que hacen que la historia brille aún más, como es la bellísima partitura de Pascal Comelade, -que es una auténtica delicia-; el diseño de luces de Lionel Spycher y la eficaz escenografía de Ana López Cobos y Alessio Meloni -compuesta simplemente por un banco y un cable de bombillas que van cambiado de color, -creando unos efectos estéticos hermosísimos-. Quizás en algún momento del relato, y dada la dimensión del Teatro Bellas Artes, yo hubiera apoyado el montaje con algunas proyecciones, fotografías de la vida de Natalia, de sus familiares. Creo que así la historia crecería mucho más.

Impresionante Lolita en la escena en que se levanta y protagoniza un momento realmente sobrecogedor.
Pero, sin lugar a dudas, siempre recordaremos esta adaptación de Ollé por la memorable actuación de Lolita y por su increíble fuerza sobre el escenario. Durante los 75 minutos que dura el monólogo, la actriz nos conmueve contándonos una vida llena de desdichas y sinsabores. Lolita es capaz de emocionarnos al relatar cómo conoció a su marido en ‘La Plaza del diamante’ y cómo bailaron aquella noche. Nos cautiva con su especial manera de expresar las cosas; cercana, tierna e impregnada de poesía. La mayor de los Flores nos tiene embelesados a lo largo de toda la narración. Nos hace reír, nos hace llorar y nos hace vibrar con un intenso monólogo lleno de simbolismos que alcanza su cenit cuando una Colometa, al límite, se rompe completamente y grita su dolor a los cuatro vientos. Lolita que, hasta ese momento, había permanecido sentada en el banco, se levanta como un auténtico torbellino, despliega sus alas torrencialmente, -como una bandada de palomas-, con esa garra tan característica que tenía ‘La Faraona’ cantando ‘La Zarzamora’, ¡y vuela!. Es un momento realmente único, sobrecogedor, con una carga dramática brutal; un instante de esos que te dejan sin palabras y te ponen la piel de gallina, como cuando un escalofrío recorre todo tu cuerpo. ¡Impresionante!. Lolita se levanta únicamente dos minutos, tiempo suficiente para demostrarnos que ya no es la actriz revelación que ganó el Goya por ‘Rencor’ y que es una grande de la interpretación. Lolita ya es toda una estrella.
Aldo Ruiz