CALIFICACIÓN.- NOTABLE: 7
Es un auténtico deleite ver sobre las tablas a dos de las mejores actrices de este país: Candela Peña y Pilar Castro. Dos artistas todoterreno que se desenvuelven como pez en el agua en la comedia y en el drama, y que ahora protagonizan ‘Contracciones’ en el Teatro Pavón, hasta el 19 de marzo. Se trata de una obra inquietante y difícil de catalogar escrita por el dramaturgo y guionista británico Mike Barlett. Lo que aparentemente comienza siendo una comedia negra (y muy divertida) va evolucionando progresivamente, a lo largo de 15 escenas, para convertirse en una comedia salvaje (o drama, según se mire), con tintes de thriller y con un último giro demasiado ‘heavy’, por calificarlo de alguna manera, para no hacer demasiados spoilers.
‘Contracciones’ explora la invasión creciente de las grandes compañías en la intimidad de sus empleados y plantea la cuestión de hasta dónde se puede llegar para conservar un puesto de trabajo. ¿Dónde están los límites? Y, mucho más, en un momento especialmente complejo en el que la amenaza de un futuro sometido por la crisis climática, la crisis económica, la crisis energética, la guerra nuclear o las distintas pandemias condiciona brutalmente a los empleados que se aferran a sus trabajos -como en esta obra- sometiéndose a esa intrusión empresarial para no perderlos.
‘Contracciones’ está compuesta de quince escenas durante las que se suceden diversas reuniones entre la gerente de una empresa (Pilar Castro) y una trabajadora de la sección de ventas, interpretada de forma genial por Candela Peña. Inesperadamente, la jefa, que no tiene quejas del desempeño laboral de la empleada, empieza a preguntar por la vida amorosa de esta, porque no ha informado a la empresa de la relación que mantiene con un colega de trabajo. A medida que avanzan los interrogatorios, la jefa exige cada vez más y más a la empleada que, con tal de no perder su trabajo, irá sucumbiendo a las peticiones cada vez más descabelladas (y perversas) de la empresa, que se acaba ‘adueñando’ de su vida en cuerpo y alma.
Mike Bartlett ha escrito una obra inquietante e impactante que mantiene al público pegado a sus asientos a lo largo de 70 minutos. El texto del dramaturgo inglés, que ha sido adaptado y traducido al español por el también actor Jorge Kent, transcurre a un ritmo frenético y está compuesto de diálogos precisos y afilados. Nos encanta el arranque de la obra y las primeras escenas entre la jefa y la empleada donde el humor negro y el absurdo imperan en la trama, y las risas y las carcajadas se suceden constantemente en el patio de butacas.
Sin embargo, a medida que avanza el montaje, las peticiones de la jefa hacia la empleada son tan fuertes que el texto se acaba transformando en una comedia salvaje que, a nuestro juicio, resulta demasiado forzada (e increíble). Es decir, nos gusta mucho el planteamiento de Bartlett y el texto… pero hasta cierto punto. Llega un momento en que se riza tanto el rizo -con un giro demasiado macabro- que se acaba perdiendo la frescura y la originalidad del principio. Al menos, es lo que nos ha ocurrido a nosotros.
Israel Solá es el encargado de dirigir con solvencia ‘Contracciones’, una obra que transcurre en la oficina de la jefa, presidida por una gran mesa (La escenografía ha sido diseñada por Bibiana Puigdefàbregas). Alrededor de ella, se suceden a ritmo frenético las quince escenas con una ambientación musical muy apropiada creada por Guillem Rodríguez y el diseño de iluminación, obra de Rodrigo Ortega. Las videoproyecciones usadas en ocasiones puntuales pensamos que no son necesarias.
Lo mejor: el duelo interpretativo entre Pilar Castro y Candela Peña. La primera está fantástica en la piel de una jefa asfixiante y sin escrúpulos que tiene el cinismo como la mejor de sus armas. Bien es cierto que su arco evolutivo es más bien limitado. Todo lo contrario que el personaje de Candela Peña, que permite a la actriz mostrar su amplio abanico interpretativo empezando por la comedia, pasando por el drama y la desesperación, hasta terminar en el delirio absoluto. Es maravilloso ver cómo, a lo largo de 70 minutos y entre escena y escena, va cambiando su rostro y su expresión corporal. Candela vuelve a demostrar que es una actriz extraordinaria.
Lo peor: la parte final del texto y esa última y macabra vuelta de tuerca que, a nuestro juicio, resulta demasiado forzada.