CALIFICACIÓN.- NOTABLE: 7’5
“Cometí errores, pero tampoco me lo pusieron fácil. Amé a los hombres, aunque ellos nunca me amaron. No de verdad. Mi padre fue el primero en romperme el corazón. Después vinieron muchos más. De unos, recibí regalos. De otros… palizas. Algunos intentaron chantajearme, echarme de Hollywood, arruinarme. Pero yo nunca tiré la toalla. No. Seguí adelante, gané la partida… y me gané el respeto del público. Al final… fui más lista que todos ellos. Por algo me llaman… LOBA”. Con estas palabras concluye esta excelente obra escrita y dirigida por Juan Mairena, que rinde homenaje a Bette Davis y que ha cosechado un enorme éxito (de crítica y público) durante todo el mes de enero en Nave 73. Desde El Teatrero, deseamos que regrese muy pronto a la cartelera.
Hace ya varios años, Mairena se daba a conocer en la escena madrileña con una surrealista y divertidísima comedia llamada ‘Cerda’ que se representó en ‘La casa de la portera’ y se convirtió en una obra de culto. Ahora, el dramaturgo onubense cambia completamente de registro y aborda la figura de su admirada Bette Davis en una pieza -que podría ser perfectamente un monólogo- pero en la que él introduce un segundo personaje: un redactor que trabaja en el Hollywood Reporter llamado Lukas Heller -y que después se acabaría convirtiéndose en guionista de cine.
‘Loba’ arranca con la irrupción de una glamurosa mujer en la redacción del Hollywood Reporter que tiene la intención de poner un anuncio para buscar trabajo. Quien la recibe (Lukas Heller) no da crédito a sus ojos hasta que ella misma le confirma quién es: “Sí, soy yo, Bette Davis”. Corría el año 1962; por entonces la prestigiosa intérprete ya había ganado dos Oscar a la Mejor Actriz Protagonista pero se quejaba amargamente de que no le ofrecían buenos papeles. De ahí que pusiera este anuncio: «Madre de tres hijos. Divorciada. Treinta años de experiencia como actriz de cine. Todavía con movilidad y más amable de lo que dicen los rumores. Busca empleo estable en Hollywood». Mairena asegura que ha escrito esta obra para homenajear a todas las actrices que después de toda una vida luchando, llegadas a cierta edad, son relegadas a papeles secundarios y, muchas veces, al olvido. Y Bette Davis lo sabía mejor que nadie.
El montaje es toda una declaración de amor al cine de la época dorada de Hollywood y a todas esas divas de la gran pantalla. Juan Mairena ha hecho un gran trabajo de documentación para retratar a Bette Davis y nos brinda un texto lleno de anécdotas donde se recuerdan algunos de los episodios cruciales de la vida de la gran estrella y de su trayectoria cinematográfica. A lo largo de setenta minutos, una espléndida Mélida Molina se mete en la piel de ‘La Loba’ y repasamos con ella, entre otras muchas cosas, su dramática relación con William Wyler, el mediático juicio con la Warner, su intento de suicidio o el mítico baile de la película ‘Jezabel’, por cuya actuación se alzó con su segundo Oscar en 1939.
Durante todo el relato y, entre pitillo y pitillo, Mélida Molina encarna de forma brillante a Bette Davis, derrochando fuerza y magnetismo, exhibiendo su halo de diva, sus carcajadas de malvada y esos movimientos de melena tan característicos. Y, por supuesto, arropada en todo momento por un elegante y convincente Carlos Troya, que le da la réplica perfecta. El dramaturgo ha confeccionado un traje a su medida que Mélida ha sabido aprovechar con enorme solvencia. Molina se gusta y se recrea en los tacones de la Davis, devorando paso a paso el escenario de Nave 73, en la espectacular escenografía de Juan Sebastián Domínguez -que emula con gran acierto el Hollywood dorado- y enfundada en un maravilloso traje -diseñado por Guadalupe Valero. Sin olvidarnos, por supuesto, del fantástico diseño de luces de Bea Francos, las videoproyecciones de Luiscar Cuevas y el trabajo coreográfico y de movimiento de Julia Monje, de vital importancia en este montaje.
Desde luego, la puesta en escena de ‘Loba’ y su cuidada estética son impecables, deslumbrante en muchos momentos. El trabajo actoral también es sobresaliente. Sin embargo, el montaje -aunque notable- no llega a ser todo lo redondo que cabría esperar y creemos que es por la falta de profundidad en el texto. Mairena se ha decantado por una estructura narrativa en la que Bette Davis (Mélida Molina) va relatando multitud de anécdotas de su carrera y algunos aspectos de su vida mientras interactúa con Lukas Heller (Carlos Troya). Algo que puede resultar interesante y muy enriquecedor pero que, desde el punto de vista de la dramaturgia, está resuelto de forma muy plana. Salvo el baile que se marcan los dos protagonistas y la escena del intento del suicidio, el autor andaluz cuenta la historia de Bette Davis únicamente a través del relato (y las videoproyecciones). Por poner solo un pequeño ejemplo, no hemos escuchado en ningún momento la voz tan peculiar de la mítica actriz.
Viendo (y disfrutando) el montaje de ‘Loba’ nos ha venido a la cabeza ‘Cliff (Acantilado)’, una obra que vimos hace ocho años en Nave 73 donde Alberto Conejero abordaba la figura de Montgomery Clift en un extraordinaria puesta en escena dirigida por Alberto Velasco. Evidentemente que estamos ante dos montajes muy buenos con algunas similitudes y grandes diferencias, pero pensamos que Mairena podría haber arriesgado un poco más en la dramaturgia de ‘Loba’. El resultado final, aparte de tener una factura estética impecable y unas grandes interpretaciones, tendría una mayor dosis de emoción, que también hemos echado en falta.
Aldo Ruiz
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