‘VILLA Y MARTE’: RON LALÁ NOS DELEITA CON UN ORIGINALÍSIMO SAINETE MUSICAL DE CHULAPOS MUTANTES Y VUELVE A CAUTIVAR AL PÚBLICO CON SU TALENTO, SU GRACIA Y SU INFINITA CREATIVIDAD

CALIFICACIÓN.- EXCELENTE: 8’5

Hasta el 1 de mayo, en la Sala Roja de los Teatros del Canal se puede ver ‘Villa y Marte’, uno de los mejores montajes de la temporada con el sello típico de Ron Lalá.  En este caso, Yayo Cáceres y Álvaro Tato nos sorprenden con un sainete cómico-lírico de chulapos mutantes con música en directo y humor ácido, como así ellos mismos los definen. Juan Cañas, Fran García, Miguel Magdalena, Diego Morales y Daniel Rovalher deleitan a los espectadores, a lo largo de noventa minutos, que caen rendidos al talento y la gracia de los cinco intérpretes.

¡Lo han vuelto a hacer! Los integrantes de Ron Lalá nos han sorprendido de nuevo haciendo gala de su talento y su extraordinaria imaginación con su último montaje, ‘Villa y Marte’, un originalísimo sainete musical en tres actos ambientado en el Marte castizo. Esta es la aproximación de Ron Lalá al género chico, al género ínfimo, a toda esa corriente festiva, carnavalesca, crítica, iconoclasta y semicallejera que convirtió los teatros madrileños (y españoles) en una fiesta del teatro y la música popular durante los últimos años del siglo XIX y principios del XX.

El espectáculo comienza cuando una nave espacial aterriza en Marte para colonizar el planeta rojo. Pero el capitán (Daniel Rovalher) y su androide Trasto (Juan Cañas) descubrirán que el planeta ya está habitado cuando llegan a la ciudad de Martid, donde los vecinos mutantes celebran una verbena popular castiza ante los alienígenas terrestres. Para más inri, el capitán se enamora de una chulapa marciana postinera de ocho ojos hechiceros (interpretada por Diego Morales).

Álvaro Tato, autor del texto, nos brinda uno de sus mejores trabajos en ‘Villa y Marte’. Una otra tremendamente original que es una especia de cruce de caminos, de siglos, de corrientes y que apuesta por el humor y la carcajada para reflexionar sobre nuestro pasado reciente y nuestro futuro probable. A lo largo de noventa minutos, se observan claramente las referencias a ‘Agua, azucarillos y aguardiente’ de Chueca y Valverde, ‘La Verbena de la Paloma’ de Bretón o ‘La Revoltosa de Chapí’, al igual que a ‘Marte Rojo’ de Robinson, ‘Crónicas marcianas’ de Ray Bradbury o ‘Guía del autoestopista galáctico’ de Adams.

La brillante labor de Tato se ve refrendada en el montaje por la espléndida dirección de escena de Yayo Cáceres la acertadísima dirección musical de Miguel Magdalena. Con el espíritu popular del maestro Chueca y del sainete costumbrista de Arniches, pero también del entremés barroco, del sainete dieciochesco, de la comedia de disparates y de la chirigota gaditana, Ron Lalá nos deleita con su particular visión del género chico y el sainete, en clave de ciencia ficción, con humor ácido, música original -y en directo- inspirada en los rasgos y estilos del género (chotis, pasodobles, pasacalles, romanzas, etc.) y varios temas de fondo: la crisis climática, el incierto futuro de nuestra sociedad e identidad y la pérdida de la tradición y la música castiza.

‘Villa y Marte’ es, sin duda, uno de los espectáculos más brillantes de Ron Lalá. Un montaje lleno de creatividad e imaginación en el que hay que destacar, por supuesto, la composición musical y los arreglos de Yayo Cáceres, Juan Cañas, Miguel Magdalena y Daniel Rovalher. Bien es cierto que las dos primeras canciones no nos terminan de convencer, pero después todo encaja a las mil maravillas. Tatiana de Sarabia, por su parte, es la responsable de la fantástica escenografía y del vestuario. Miguel Á. Camacho se ha encargado del magnífico de diseño de luces mientras que Eduardo Gandulfo es el artífice del diseño de sonido. 

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Hemos dejado para el final la grandísima actuación de los cinco componentes del elenco: Daniel Rovalher, Juan Cañas, Fran García, Miguel Magdalena y Diego Morales. Los cinco nos deleitan con un alarde interpretativo-musical de muchos quilates, como suele ser habitual en Ron Lalá. Daniel Rovalher está increíble interpretando al capitán de la nave espacial que llega a Marte y se enamora de una chulapa marciana, a la que da vida un graciosísimo Diego Morales. Aparte de regalarnos diálogos tremendamente divertidos, ambos protagonizan la escena más bonita y romántica de la obra cuando llega el momento de decirse adiós.

Genial Juan Cañas interpretando al androide Trasto, la mano derecha del capitán, que llega a Marte con un único objetivo pero al que también le acabará cruzando el amor. Completan el reparto Miguel Magdalena -que, además de llevar el peso musical del montaje, interpreta de forma muy divertida al aguacil de Martid- y un fantástico Fran García, que se desdobla en varios personajes al igual que sus compañeros, pero que brilla dando vida al señorito que quiere robar el corazón de la chulapa marciana y tendrá que luchar por su amor con el capitán de la nave. 

Aldo Ruiz

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