CALIFICACIÓN.- SOBRESALIENTE: 8’5
‘La infamia’ es un monólogo dirigido con maestría por José Martret y que está basado en el libro ‘Memorias de una infamia’ de la periodista mexicana Lydia Cacho. La obra retrata el secuestro que sufrió la activista en 2005 tras denunciar una red internacional de pedofilia y explotación sexual de niños, y el modus operandi de un gobierno cómplice de la corrupción y la violencia. Marta Nieto y Marina Salas (que se han alternando en la piel de la protagonista a lo largo de un mes) realizan una actuación conmovedora llena de verdad y emoción.
Lydia Cacho es una periodista y activista mexicana de 58 años que lleva luchando durante toda su vida contra la violación de los Derechos Humanos, y que actualmente vive exiliada en España. Una mujer valiente y comprometida que ha peleado y pelea por los derechos de la mujer y contra el feminicidio que asola su país, jugándose la vida en cada una de sus investigaciones periodísticas. En 2005 presentó el libro ‘Los demonios del Edén’, un amplio estudio en el que denunciaba una red internacional de pedofilia y explotación sexual de niños y niñas, de entre cuatro y catorce años de edad, organizada desde Cancún por el empresario hotelero Jean Succar Kuri, que surtía de pornografía infantil a otros poderosos empresarios y políticos mexicanos y extranjeros.
A los pocos meses de la publicación de este libro, un dispositivo policial “legal” secuestraba a la periodista frente a sus oficinas en Cancún. En ese momento, arrancaba un viaje en coche que duraba más de veinticuatro horas en el que cruzaba el país sufriendo todo tipo de torturas y amenazas de muerte. José Martret ha adaptado, junto a la propia Lydia Cacho, el libro autobiográfico de la periodista ‘Memorias de una infamia’, con el objetivo y la necesidad de que esta historia se conozca y se difunda en todo el mundo. Porque esta no es una historia local, es una historia absolutamente universal. En el mundo, muchas periodistas son secuestradas, torturadas y asesinadas por ejercer su profesión.
Uno de los puntos fuertes del montaje es la puesta en escena, muy potente a nivel audiovisual. José Martret ha apostado por la combinación de la narrativa teatral y la cinematográfica. Una cámara sigue en todo momento a la protagonista grabando a la actriz en primeros planos para que el espectador pueda bucear -de manera inmersiva- en el ámbito psicológico y emocional que propone la acción. Unas imágenes que se proyectan al mismo tiempo en una enorme pantalla. De esta forma, los espectadores conocen la historia de Lydia a través de una narrativa visual que recuerda mucho al documental y, al mismo tiempo, pueden revivir con ella su secuestro en un plano más cinematográfico. De hecho, la mayor parte del montaje parece que estamos dentro de una película. Esta es un arma de doble filo porque, en ocasiones, se pierde la narrativa teatral y se echan en falta los códigos interpretativos tan característicos sobre un escenario.
Marta Nieto y Marina Salas (que se han alternado en la piel de la protagonista a lo largo del mes de funciones) nos ofrecen una actuación emocionante, descarnada y estremecedora. Una interpretación -acentuada en todo momento por las videoproyecciones- que conmueve desde el minuto cero y que está cargada de realismo. Gran acierto el de Martret a la hora de elegir a Nieto y Salas, dos actrices muy diferentes, pero son capaces de dar vida a un personaje tan complejo y dotarlo de verdad a lo largo de los ochenta minutos que dura la función. Sobre el escenario, además de la actuación de la protagonista, destaca también el espléndido trabajo de la operadora de cámara Alicia Aguirre, de vital importancia en un montaje de estas características.
‘La infamia’ es uno de los montajes más brillantes que hemos visto en los últimos tiempos. José Martret nos brinda una extraordinaria puesta en escena en la que todos los apartados técnicos juegan un papel fundamental. Alessio Meloni ha creado una espectacular escenografía que dota de un gran realismo a la acción. En el espacio escénico, cubierto de tierra, destacan varios elementos: un Land Rover -vehículo que tiene un gran protagonismo a lo largo de toda la trama-, una celda en forma de cubo, un árbol y una enorme pantalla donde se van proyectando las imágenes. No nos podemos olvidar tampoco del espléndido diseño de luces de David Picazo, la ambientación sonora de Sandra Vicente y las videoproyecciones de Emilio Valenzuela.