CALIFICACIÓN.- EXTRAORDINARIA: 10
‘LOS REMEDIOS’ es una joya de muchos quilates. A nuestro juicio, el segundo ’10’ del año tras ‘MAUTHAUSEN’. Estamos ante una obra tremendamente divertida y, al mismo tiempo cargada de profundidad, que está protagonizada por dos actores que son amigos desde que compartieron su infancia en el barrio sevillano de ‘Los Remedios’. Fernando Delgado-Hierro ha confeccionado un texto extraordinario, rebosante de humor y que invita a la más profunda reflexión. ¿Para qué estamos en este mundo? ¿De dónde venimos? ¿Qué tenemos en nuestro cuerpo de las personas que más nos han marcado en nuestras vidas? Todas estas y otras muchas cuestiones se plantean en este montaje protagonizado de forma genial por Pablo Chaves y el propio Delgado-Hierro, y que Juan Ceacero dirige con suma brillantez.
Hacía mucho tiempo que no escuchábamos una ovación tan cerrada y unánime -en una sala de teatro- como la vivida este sábado en la sala Exlimite (antigua sala Kubik Fabrik). Los culpables: Fernando Delgado-Hierro y Pablo Chaves, protagonistas de ‘Los Remedios’, una obra extraordinaria y genuina, con mucho ‘ángel’, desbordante de gracia y comicidad, en la que se tratan temas tan trascendentes como el sentido de la vida, de dónde venimos, nuestras raíces, aquellas personas que nos han marcado de una manera u otra, la familia, la identidad, los sueños, el machismo, el despertar sexual, la amistad de dos amigos desde hace más de 25 años, sus comienzos en el mundo de la interpretación… y otros muchos asuntos que son relatados con gran sentido del humor y muchísima VERDAD.
Fernando Delgado-Hierro ha confeccionado un texto magistral que lleva por título ‘Los Remedios’, un barrio de Sevilla construido en los años 50. Partiendo del barrio en el que nacieron y se criaron, dos amigos de la infancia (Fernando y Pablo) se juntan para tratar de entenderse a base de representarse a ellos mismos y a las personas que marcaron su desarrollo en el contexto social donde se forjó su identidad. ‘Los Remedios’ es una autoficción hecha por dos personas ‘desenraizadas’ y un tanto perdidas en este mundo, que remueven cielo y tierra buscando a qué agarrarse. Los dos protagonistas de la historia, aunque nacieron en ‘Los Remedios’, nunca se sintieron identificados con las tradiciones de ese lugar (la Feria de abril, los toros, el catolicismo exacerbado, el mundo de los señoritos andaluces, las sevillanas, el machismo, etc). Ambos tienen una lucha tremenda en su interior entre lo que quieren ser y de dónde vienen. Este es, sin duda, uno de los aspectos mejor reflejados en el texto; las raíces y la identidad.
Además de una desbordante comicidad, ‘Los Remedios’ posee un alto calado existencial. De hecho, más que una obra de teatro, se podría decir que Delgado-Hierro ha elaborado un ‘ensayo’ sobre la vida misma. Es admirable cómo se pueden tocar tantos temas trascendentes en un mismo texto y que todo encaje con la mayor naturalidad. De hecho, cuando termina el montaje, todas las piezas encajan a la perfección dentro de un todo. De manera muy inteligente, en ‘Los Remedios’ se van alternando momentos de una gran comicidad con otras escenas de mayor enjundia. El resultado es un brillantísimo collage, muy personal, que empieza de la manera más ligera y, a medida que va desarrollándose, va alcanzado cotas de mayor emoción. A lo largo del montaje, van desfilando sobre el escenario todo tipo de personajes de ‘Los Remedios’, familiares y allegados a los protagonistas, que que son interpretados de forma genial por los dos actores.
A lo largo de una hora y cincuenta minutos, Fernando Delgado-Hierro y Pablo Chaves nos brindan un hermoso duelo interpretativo, lleno de verdad, en el que ambos van representándose a sí mismos y a otros personajes y situaciones que han vivido a lo largo de su vida. Es evidente que ambos son amigos desde pequeños y eso se traduce en la enorme complicidad que exhiben sobre las tablas. Son dos actores dotados de un inmenso talento, con una increíble vis cómica y una asombrosa versatilidad. Chaves está maravilloso durante todo el montaje, de principio a fin, derrochando gracia a raudales. Delgado-Hierro, por su parte, además de haber escrito esta joya teatral, vuelve a demostrar por qué es uno de los mejores actores de su generación. Poseedor de una naturalidad arrolladora y un sello propio que lo hacen muy especial, Fernando siempre desprende verdad y en ‘Los Remedios’ vuelve a hacer gala de ello. Lo que hace este hombre en uno de los momentos cruciales de la obra es para quitarse el sombrero. En una escena catártica y que destila emoción a raudales, él reconoce que no se siente identificado con las tradiciones del lugar donde nació, y al mismo tiempo, lo va poseyendo el espíritu andaluz de sus antepasados. Es increíble cómo se desdobla en los dos personajes a la vez, transmitiendo esa lucha titánica en su interior entre lo que quiere ser realmente y lo que le imponen sus raíces. ¡Simplemente espectacular! Delgado-Hierro se emociona y nos emociona con unos minutos gloriosos plagados de diálogos brillantes y gestos memorables.
‘Los Remedios’ nos deja auténticos momentazos como el que acabamos de comentar o como esa larga escena en la que los dos actores van desdoblándose a un ritmo vertiginoso en los múltiples componentes de una familia católica que tienen que asistir a la cena de Nochebuena. Las risas y las carcajadas se suceden constantemente. Otros dos de los momentos álgidos se producen cuando Fernando -dando vida al camarero de un bar franquista- crítica a lo bestia el fatídico papel que hizo Chaves al frente del gobierno de Andalucía completamente desternillante), y también cuando Pablo tiene un sueño sexual y aparece un penitente poseído -divertidísimo, también-. Por supuesto, ni que decir tiene que la recta final de la obra es impresionante.
Estamos ante un montaje redondo en todos sus apartados. Si la dramaturgia y las interpretaciones son espléndidas, la dirección va en la misma línea. Juan Ceacero ha hecho un trabajo magnífico fomentando en todo momento que los actores brillen y que el potentísimo texto de Delgado-Hierro no pierda ni un ápice de fuerza a la hora de llevarlo a escena. Se nota que el montaje ha sido fruto de un largo trabajo de cocreación durante varios meses y eso se refleja en todos y cada uno de los apartados. La escenografía, que refleja el salón de una casa sevillana, es obra de Paola de Diego -al igual que el vestuario-. Juan Ripoll, por su parte, es el responsable del diseño de luces. Hay varias cosas que nos gustan especialmente de la puesta en escena. En primer lugar, la inclusión de un plasma dentro de un cuadro del salón donde se van proyectando todo tipo de imágenes que apoyan el montaje (fotos del barrio, de ellos dos de pequeños, de su primera vez en un escenario, etc…). En ese plasma también se van proyectando frases -algunas de ellas en tono de pregunta- que sirven para reflexionar en voz alta y para reforzar algunos aspectos esencialmente importantes.
Otro de los puntos fuertes de la puesta en escena de ‘Los Remedios’ es la elección de su banda sonora, que es una auténtica maravilla. Canciones que marcan la vida de los protagonistas y que se ajustan como un guante a la historia confeccionada por Delgado Hierro. Al principio suena la ranchera ‘No volveré’ en la voz inolvidable de Chavela Vargas y, a partir de ahí, la música se convierte en un elemento crucial en el montaje. ‘La Flor de la Canela’ de María Dolores Pradera, ‘Cántame’ de María de Monte, ‘A mi manera’ de Siempre así, el pasodoble ‘Suspiros de España’, algún bolero, una marcha de procesión, una saeta, una canción religiosa, incluso un tema lírico al final. Canciones míticas de la música española que juegan un papel fundamental en el desarrollo de la historia.
En definitiva, ‘Los Remedios’ de Fernando Delgado-Hierro y Pablo Chaves es una de las obras más personales y genuinas del año. Un montaje que dará mucho que hablar. Y si no… al tiempo.
Aldo Ruiz
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