CALIFICACIÓN.- EXCEPCIONAL: 9’6
El pasado lunes se reestrenaba en el Ambigú del Teatro Kamikaze una de las grandes sensaciones de la temporada teatral, ‘Iphigenia en Vallecas’, que se puede ver hasta el 21 de diciembre. María Hervás realiza una colosal actuación dando vida a Iphi, una joven marginal del barrio de Vallecas que no sabe cómo enfrentarse a su terrible presente y, lo que es aún peor, a su descorazonador futuro. Estamos, sin duda, ante uno de los mejores montajes de 2017; una brillante adaptación hecha por la propia Hervás -partiendo de la obra original de Gary Owen- y dirigida por Antonio C. Guijosa con mucha inteligencia.
Hay actores que, a través de la formación y la experiencia, logran alcanzar una técnica exquisita y, gracias al dominio de ésta, nos dejan actuaciones increíbles, cargadas de matices y dignas de estudiar en las escuelas de teatro. Hay otros, sin embargo, no exentos de técnica, que actúan más orgánicamente, con el cuerpo, con la piel, incluso con el alma. A este último grupo pertenece María Hervás, una actriz portentosa, que en ‘Iphigenia en Vallecas’ nos ofrece, sin lugar a dudas, una de las tres o cuatro mejores interpretaciones femeninas del año. Sin miedo a caer en la exageración, me atrevo a asegurar que muy pocas actrices de este país pueden hacer lo que ella hace en la piel de ‘Iphigenia’.
Iphi es la típica choni de barrio, una quinqui en toda regla, mal hablada, sin oficio ni beneficio, una chica que se pasa medio día bebiendo y drogándose y, el otro medio, de resaca. Una mujer rota por dentro y perdida en la vida, sin presente y sin futuro. Vive con una compañera de piso, que es igual que ella, y tiene un noviete cachas con dos dedos de frente. De su familia, solo le queda su abuela, que le da 20 euros de vez en cuando para sus vicios. Con este horizonte cargado de nubes negras, una noche ‘Iphi’ cree encontrar a su príncipe azul y piensa que ya nunca más volverá a estar sola en la vida. Pero su cuento de hadas no acaba bien. ‘Pretty Woman’ solo tiene un final feliz para Julia Roberts e ‘Iphi’ tendrá que volver enfrentarse a su inmenso vacío, aun más profundo si cabe.
Para encarnar a esta mujer, María Hervás se sumerge en lo más profundo del alma hasta llegar a las mismas entrañas, sacando a la luz el lado más oscuro del ser humano. A lo largo de hora y media palpitaremos con el corazón partío de Iphigenia y seremos testigos de su doloroso viaje a través de todos los estados emocionales posibles. Desde la incertidumbre o el pasotismo del principio, pasando por la ira, la furia, la ilusión y la felicidad, transitando por el desengaño, la tristeza, la decepción, el desgarro y el dolor, y terminando con la rabia más absoluta, y la indignación. Al igual que hiciera en la memorable ‘Confesiones a Ala’, María Hervás realiza otra vibrante interpretación llena de fuerza y magnetismo que nos deja momentos de una emoción infinita; escenas que nos sobrecogen y nos estremecen el alma. A lo largo de los noventa minutos que dura el monólogo, Hervás también nos muestra su lado más divertido y gamberro cuando recrea las conversaciones de los otros personajes de la historia; su compañera de piso, su noviete, una vecina gorda, su abuela, etc… Pequeños oasis de humor en medio de tanto drama… Es admirable cómo Hervás logra mantener, durante toda la función, el ritmo en todo lo alto, siendo totalmente imposible apartar la mirada de ella ni un solo segundo.. Y es que María es mucha María. Es un volcán en un erupción, un auténtico huracán que sacude las entrañas del Kamikaze, para no dejarlo nunca igual.
La actuación de María Hervás -y su ‘Iphigenia en Vallecas’- es de esas que dejan huella, que te hacen reflexionar y que nos obligan a posicionarnos y alzar nuestras voces en contra de tantas injusticias sociales que se están cometiendo en la actualidad. Porque la historia de Iphi es la de tantas y tantos jóvenes de hoy en día, de barrios marginales, que dejan muy pronto los estudios, están sin trabajo y acaban metidos en asuntos turbios, y tienen un futuro muy negro. Y, mientras tanto, los políticos miran hacia otro lado. María Hervás es también la artífice de la adaptación de la obra original de Gary Owen, ‘Iphigenia in Splott’, con la que el británico ganó -hace dos años- el premio al mejor texto en el Festival de Edimburgo versionando, a su vez, la mítica ‘Iphigenia en Aúlide’ de Eurípides. Hervás ha hecho una magnífica adaptación trayéndose totalmente la obra a su terreno, con diálogos brillantes y vinculados completamente a la realidad española. Una adaptación que, sin embargo, flaquea en la parte que debiera ser más importante; en la reivindicativa, y en el mensaje que quiere transmitir; que es cuando ella tiene que hacer un gran sacrificio por el bien de los demás -como hiciera la hija de Agamenón en la antigua Grecia-. Pero, sin profundizar demasiado y para no caer en spoilers, no se entiende que Iphi haga ‘ese gran sacrificio’ y, mucho menos, que su abuela la apoye en esta difícil decisión. A pesar de esto, la actuación de María tiene tantísima fuerza, que este aspecto -muy importante en la estructura del texto- se queda pronto en un segundo plano. De hecho, cuando termina la función y pasan unos minutos, solo puedes recordar la soberbia interpretación de esta actriz, para muchos, la mejor de su generación.

María Hervás realiza una colosal actuación en ‘Iphigenia en Vallevas’
No quiero terminar este artículo sin alabar el gran trabajo que ha hecho, Antonio C. Guijosa como director en la sombra, tarea que no era nada fácil teniendo enfrente a María Hervás, un animal escénico, un pura sangre de las tablas que necesita que la ‘amansen’. Y eso es, precisamente, y con mucha inteligencia, lo que ha hecho C. Guijosa; una fantástica labor de contención con María Hervás aunque, por supuesto, dejando siempre el protagonismo en manos de su estrella. ‘Iphigenia en Vallecas’ es una gran tragedia y Antonio podía haber ahondado mucho más en el drama, metiendo el dedo en la llaga y, sin embargo, aborda la tragedia con sencillez y mucha elegancia. Me gusta especialmente el ambiente sonoro creado por Mar Navarro y esos acordes de piano que suenan en los momentos más desgarrados de la historia y que nos ayudan a digerir tanto dolor. Destacar también la acertadísima escenografía diseñada por Mónica Teijeiro -compuesta por unas cajas de madera, un columpio formado con neumáticos y un calendario- y el diseño de luces de Daniel Checa. Todos estos elementos crean el marco idóneo en el Ambigú del Kamikaze para que María Hervás de rienda suelta a su devastador torrente de emociones y talento.
Aldo Ruiz
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Estuve ayer dura 6 de Julio de 2019 y en todo este tiempo María Hervás ha cambiado. La he visto el «La jauría» y ha hace una excelente interpretación. Esta Ihigenia deja mucho que desear. Expresión corporal excelente, pero NO VOCALIZA. No por mucho gritar se te entiende mejor, en los momentos intimistas debe decir cosas muy interesantes pero no se la entiende. Quizá sea culpa del director pero ésta María Hervás deja muchísimo que desear
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