Ayer lunes, el Centro Dramático Nacional rindió un precioso homenaje a Tomaz Pandur, el genial director que falleció repentinamente hace dos meses. A las 20h. daba comienzo en el María Guerrero un emotivo acto en el que no faltaron los actores más conocidos que trabajaron a las ordenes del esloveno. Blanca Portillo, Asier Etxeandía, Belén Rueda, Roberto Enríquez, Nacho Duato, Charo López o Pablo Rivero fueron algunas de las estrellas que acudieron a una velada muy especial, que contó con la presencia de Livia Pandur, -la hermana del director-, y en la que se vivieron momentos realmente emocionantes.

El María Guerrero puesto en pie brindaba una sonora ovación a Tomaz Pandur, representado en el escenario por una enorme imagen de su silueta.
21:40 horas de ayer lunes. El Teatro María Guerrero puesto en pie brindaba una cerradísima ovación a Tomaz Pandur, uno de los directores de teatro más prestigiosos que ha dado la escena europea en las últimas décadas. Así concluía un acto tremendamente emotivo en el que se rendía tributo a ese genio que nos dejaba el pasado 12 de abril, a los 53 años de edad, tras sufrir un infarto.
Su corazón dejó de latir de repente, pero su majestuosa obra permanecerá para siempre entre todos los que amamos el teatro y estábamos enamorados de su apabullante sentido de la estética. Ayer todos sus amigos y decenas de aficionados acudieron al María Guerrero para despedirle. Nadie quería perderse el último adiós al esloveno y, la flor y nata de la escena española, acudió en masa al teatro. Muchos de ellos, de hecho, trabajaron a sus ordenes: Asier Etxeandía, Belén Rueda, Alberto Jiménez, Pablo Rivero, Silvia Abascal, Nacho Duato, Javier Cámara, Sergi Peris-Mencheta, Charo López, Felype de Lima, Francisco Boira, Inma Cuevas, Silvia Marsó, Borja Maestre, Bart Santana, Consuelo Trujillo, Tomás Pozzi, Roberto Enriquez y así un largo etcétera de rostros conocidos, entre los que destacaba una emocionadísima y desconsolada Blanca Portillo -la gran musa de Pandur- que no paró de llorar en toda la noche.
El homenaje comenzaba pasadas las ocho de la tarde. El gran Emilio Gavira -que también trabajó bajo la batuta del director- fue el conductor de una gala presidida por una enorme imagen de la silueta de Tomaz Pandur. Debajo, una gran tela de terciopelo rojo, -color que tango le gustaba al esloveno- y un piano con cuyas notas daban comienzo la velada. Nacho Duato fue el encargado de abrir el fuego. El famoso coreógrafo, tremendamente nervioso, y al que no dejaban de temblarle ostensiblemente las manos durante todo su discurso, confesó que era amigo de Pandur desde el año 2004 y que, gracias a su apoyo, la figura del esloveno se dio a conocer a nuestro país. Un año después, Pandur ya estaba dirigiendo ‘Infierno’, su primera obra en España, concretamente en el teatro que ayer le homenajeaba. Duato, ahora al frente del Ballet Estatal de Berlín, recordó las diferentes etapas de la obra del esloveno antes de dar paso a un mediometraje donde se repasaba la impresionante trayectoria del director; un montaje realizado con decenas de fotografías de las obras de Pandur y la voz en off de muchos de los actores presentes en el acto que han trabajado a sus ordenes.

Fotografía de Tomaz Pandur, uno de los grandes genios que ha dado la escena europea en las últimas décadas.
A continuación era Roberto Enríquez quien se dirigía a los allí asistentes con unas emocionantes palabras. El protagonista de ‘Infierno’ o la más reciente ‘Fausto’, confesó sentirse un auténtico privilegiado por haber tenido la fortuna de trabajar con Pandur, un hombre que valoraba como nadie el trabajo de los actores y que les daba una enorme libertad para componer sus personajes. Fue un relato muy sentido y realmente precioso.
Después, Edurne Arizu -una de las actrices que participó en la Medea del esloveno, cantó con su acordeón un bellísimo tema que sirvió de prólogo al momento más emotivo de la noche; la subida al escenario de Livia Pandur, la hermana del director, acompañada de su sobrino. En ese momento, todo el público se levantó para darle una calurosísima ovación a Livia. La hermana de Pandur, con un profundo dolor y, en inglés, recordó a su hermano del alma y leyó unas páginas del diario de éste cuando llegó a Madrid, para él una ciudad de ensueño. Realmente emocionante el discurso de Livia. Instantes después, Asier Etxeandía se subía a las tablas y nos estremecía con una canción desgarrada -en la que el artista volvía a dejar patente su imponente registro vocal- para luego bajar elegantemente al patio de butacas y besar la mano de Livia.

Asier Etxeandía cantando ponía el broche final al homenaje de Pandur. Fotografía: Javier Tomás Biosca.
Al final; lágrimas, fuertes aplausos y muchísima emoción. Fue precioso ver cómo todas aquellas personas que habían trabajado con él y compartían asientos en el patio de butacas, se iban fundiendo en abrazos y se consolaban los unos a los otros. Al fin y al cabo, siempre estarán unidos por la magia de Pandur. Era, sin duda, el colofón perfecto a una velada inolvidable, un merecidísimo homenaje el que rindieron los actores españoles a uno de los grandes genios de la escena; a ese hombre que me hipnotizó desde que vi ‘Barroco’ en el Teatro Fernán Gómez. Desde entonces, me convertí en un incondicional de su obra. Su portentoso ‘Hamlet’ me fascinó profundamente al igual que ‘La Caída de los Dioses’ y, aunque su último montaje ‘Fausto’ fue un tanto desigual, me acabó conquistando, como siempre, por su grandiosa puesta en escena. Aún me pregunto qué maravilla habría hecho Pandur con su inacabada y mastodóntica adaptación de ‘Cien años de soledad’. Como afirmó Livia, su hermanoTomaz perseguía la belleza en todas y cada una de sus obras. Unas obras que, desde que las descubrí, se quedaron grabadas eternamente en mi retina. Ese es, sin duda, su mejor legado. ¡Hasta siempre Tomaz Pandur!.