CALIFICACIÓN.- NOTABLE: 7’5
Tras la impactante Ilíada -de Guillem Clua- que había dejado el listón muy alto, ahora le llega el turno a ‘La Odisea’ versionada por Alberto Conejero, quien nos brinda un espléndido texto cargado de matices. Sin embargo, el montaje final que nos propone José Luis Arellano queda un escalón por debajo de su predecesora.
Si difícil era versionar ‘La Ilíada’ –trabajazo sobresaliente de Guillem Clua-, creo que aún más complicada era hacer una buena adaptación de ‘La Odisea’ en tan solo 95 minutos. Realmente me parecía una misión imposible. Pero la verdad es que Alberto Conejero –con el extraordinario talento que atesora- nos vuelve a sorprender haciendo una magnífica versión caracterizada por su carácter desenfadado –en las partes grupales-, su acusado sentido del humor, su sensibilidad por momentos, y su increíble capacidad para la concisión.
Sin embargo, a pesar de este espléndido texto, ‘La Odisea’ no consigue llegar al nivel de ‘La Ilíada’. Aunque las comparaciones sean odiosas, a la hora de hablar de una es inevitable hacer referencias a la otra, ya que es un proyecto conjunto y las hemos visto con escasos días de diferencia. Y claro, al compararlas, es evidente que ‘La Odisea’, aun siendo una obra bastante notable, sale perdiendo porque no tiene ni la épica ni la espectacularidad de su predecesora.
Quizás, dado el contenido tan diferente entre ambas, la puesta en escena de ‘La Odisea’ requería un tratamiento más especial que hiciera brillar algunos episodios que aquí quedan un tanto diluidos como, por ejemplo, el capítulo de las sirenas o cuando Ulises mata a todos los pretendientes de su mujer. Esto se evidencia, sobre todo, en la escena del Hades, donde Ulises se reencuentra con su madre muerta (Anticlea) y con Aquiles. Para mí, esta es una de las partes más hermosas de la adaptación de Conejero, pero en el montaje quizás no se le da la importancia que merecía y pierde la sutileza del texto. Dada la emotividad del momento, yo habría apostado por una puesta en escena más efectista para realzar ese encuentro madre-hijo.

Uno de los momentos más hermosos de esta Odisea se produce con el encuentro entre Ulises (Samy Khalil) y su madre Anticlea (Cristina Bertol)
En favor de José Luis Arellano, -que siempre nos deslumbra con brillantes montajes-, he de decir que, dado el reto mayúsculo que suponía enfrentarse paralelamente a dos obras del calibre de ‘La Ilíada’ y ‘La Odisea’ -en tan corto espacio de tiempo-, no es de extrañar que una de ellas haya sido la menos beneficiada y, en este caso, le ha tocado a ‘La Odisea’. Probablemente, al tener que utilizar también la misma escenografía en las dos historias, se haya visto limitado al montar esta última, pero lo que está claro es que ‘La Ilíada’ es una obra mucho más redonda y compacta que ‘La Odisea’, no hay duda. Por otro lado, también hay que señalar que ‘La Ilíada’ es una pieza más coral donde hay muchos personajes protagonistas y el ritmo es trepidante. Por el contrario, en ‘La Odisea’, el peso recae fundamentalmente en Ulises y, quizás, el único que le hace un poco de sombra es Telemaco. Esto provoca inevitablemente que la historia sea más lineal. Por eso necesitaba más espectacularidad en su puesta en escena.
Pero no todo es negativo en esta Odisea, hay muchas cosas que me han gustado del montaje. Una vez más, tengo que destacar el impresionante trabajo de Andoni Larrabeiti recreando las escenas en alta mar. Con unas botas de esquí pegadas al suelo -donde se sustentan los actores- y unos simples palos de madera, Larrabeiti es capaz de inventar increíbles movimientos que, junto a la magnífica iluminación de Juanjo Llorens, crean unos efectos sensacionales.

Álex Villazán (arriba) y Samy Khalil (tumbado) interpretan a Telemaco y Ulises respectivamente.
Otros que nunca fallan en ‘La Joven Compañía’ son los actores. En ‘La Odisea’ hay que hacer mención especial a Samy Khalil que, en la piel de Ulises, realiza un trabajo muy consistente. Álex Villagrán brilla en la piel de Telemaco. Como ya ocurriera en ‘Hey Boy Hey Girl’, el actor desprende luz sobre el escenario y vuelve a ser el mejor de sus compañeros. Víctor de la Fuente nos cautiva con su sentido del humor provocando las carcajadas del público cuando se erige en el narrador de una competición de atletismo. También quiero destacar a: Jesús Lavi dando vida a Polifemo en una de las escenas más espectaculares de la obra -resuelta de manera genial con fantásticas videoproyecciones de Álvaro Luna y Elvira R.Zurita); Cristina Bertol como Circe ‘La hechicera’, Katia Borlado como Nausica y Carmen Ibeas interpretando a Penélope.
Y, por supuesto, no me puedo olvidar del maravilloso final que nos regalan Conejero y Arellano. Una vez que Ulises ha regresado a Ítaca y se reencuentra con su mujer y su hijo, le toca el turno a Telemaco. Será con él, con quien concluya este inolvidable viaje de una manera bellísima: Telemaco emprendiendo su camino diciéndonos ‘hasta siempre’. El broche de oro ideal para cerrar este colosal ‘Proyecto Homero’, sin duda, uno de los grandes acontecimientos teatrales del año.
Aldo Ruiz
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