‘CARMEN, NADA DE NADIE’: MAGNÍFICA BEATRIZ ARGÜELLO DANDO VIDA A CARMEN DÍEZ DE RIVERA, ‘LA MUSA DE LA TRANSICIÓN’, EN UN RETRATO EN EL QUE TAMBIÉN APARECEN ADOLFO SUÁREZ Y EL REY JUAN CARLOS

CALIFICACIÓN.- NOTABLE: 7

Tras el éxito que cosechó el pasado mes de enero, ‘Carmen, nada de nadie’ regresa a la sala Margarita Xirgu del Teatro Español. Una obra escrita por Justo Tallón y Miguel Pérez García que aborda una figura clave en la Transición, Carmen Díez de Rivera. Una mujer fascinante que ocupó el puesto de jefa de gabinete de la Presidencia del Gobierno durante el gobierno de Adolfo Suárez. La única diferencia de este montaje con el anterior es que, en esta ocasión, el papel de Díez de Rivera lo interpreta Beatriz Argüello en lugar de Mónica López.

Carmen Díaz de Rivera fue un personaje clave en la lucha por la democracia española. Una mujer, a la que Francisco Umbral definió como ‘la musa de la Transición’. Una mujer libre, inconformista, con una historia vital que la convierte en una heroína trágica contemporánea. El texto de Tallón y Pérez García rememora, a través de la protagonista, a tres grandes figuras de la historia española del siglo XX: el propio Suárez, el rey Juan Carlos y Santiago Carrillo. La historia está vertebrada en torno a los frenéticos días que precedieron a la legalización del Partido Comunista, el 9 de abril de 1977. 

Más allá de su perfil político, la vida personal de Carmen Díaz de Rivera estuvo marcada por una profunda herida: su novio, con el que estuvo a punto de casarse, era su hermanastro, y el que creía su padre no lo era. Viajó a Francia, donde intentó ser monja de clausura, y a Costa de Marfil, a la que fue, en palabras de la propia Carmen «en busca de la muerte». Se licenció en Filosofía y Letras, y Ciencias Políticas, lo que la capacitó para continuar con su lucha vital por la democracia, con la que continuó hasta que falleció a causa de un cáncer el 29 de noviembre de 1999, con tan solo 57 años.

‘Carmen, nada de nadie’ refleja la historia de superación de esta mujer única basándose en hechos biográficos e históricos que sucedieron realmente, pero las conversaciones son totalmente ficcionadas. Una mujer que se reveló desde niña contra lo que parecía su destino: una vida cómoda siguiendo las convenciones de su tiempo y su entorno familiar. Renunció a los privilegios de cuna y una vida entre algodones para escribir su propia historia. Y tuvo que pagar el precio que pagaron todas las mujeres que en su generación eligieron la libertad: la soledad, la incomprensión y el olvido.

Estamos ante un montaje sumamente interesante que reivindica y rememora la figura de Carmen Díez de Rivera, y sobre todo la da a conocer a las nuevas generaciones que no sabían de la existencia de esta mujer clave en la Transición. A nuestro juicio, Justo Tallón y Miguel Pérez García han hecho un excelente trabajo a nivel informativo y documental, pero echamos en falta fuerza dramática en algunos momentos del texto. Las escenas se suceden, una tras otra, con buen ritmo a lo largo de los 85 minutos de la función, entre conversaciones de la protagonista con Adolfo Suárez (Oriol Tarrasón), llamadas telefónicas de Carmen y su gran amigo, el rey Juan Carlos (Víctor Massán) y algunos encuentros con su madre, Sonsoles de Icaza, (fantástica Ana Fernández), con la que tenía una compleja relación.

Es, en la parte personal, donde más echamos fundamentalmente en falta ese componente dramático, al reflejar aquellos capítulos íntimos que marcaron el carácter y la desdicha de Carmen Díez de Rivera. El texto pasa de puntillas por estos episodios que, dramáticamente, tienen mucha fuerza y pensamos que están un tanto desaprovechados en el montaje, falta profundidad. Un componente dramático que también peca por su ausencia en algunos de sus ‘cara a cara’ de Carmen con Adolfo Suárez, un personaje que está bastante desdibujado en la obra y al que le falta peso.

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Fernando Soto dirige el montaje con solvencia ofreciéndonos una puesta en escena sencilla y funcional. El espacio escénico, diseñado por Beatriz San Juan, recrea cuatro estancias. Por un lado, el despacho de Carmen Díez de Rivera, el despacho de Suárez, la casa del rey Juan Carlos y la casa de la madre de la protagonista. Las mesas de escritorio, las sillas, los flexos y, sobre todo, los aparatos de teléfono están muy presentes en la puesta en escena, que recuerda inevitablemente a los encuadres del cine clásico. Al fondo, una gran pantalla donde se proyectan algunas imágenes y vídeos, que van apoyando la narración de la vida de Carmen. Destacar el diseño de vestuario de Paola de Diego, la iluminación de Juanjo Llorens, las videoescenas de Elvira Ruiz y el diseño de sonido de Sergio Sánchez, muy importante en la narración de la historia que se apoya también en audios, canciones y sintonías.

En el apartado interpretativo, hay que alabar la magnífica actuación de Beatriz Argüello dando vida a Carmen Díez de Rivera. En ella recae el peso de toda la obra y Argüello es capaz de resolver el reto con sobresaliente transmitiendo todas las aristas del personaje: la fuerza, la inteligencia, la elegancia y, al mismo, tiempo la vulnerabilidad en el terreno personal. Completan el reparto tres grandes actores: Oriol Tarrasón, en la piel de Adolfo Suárez (como decíamos anteriormente, al personaje le falta peso desde la misma confección del texto por parte de los autores), Víctor Massán -que interpreta al rey Juan Carlos– (una actuación muy difícil teniendo en cuenta que todos tenemos muy presente al personaje) y Ana Fernández, estupenda y elegantísima dando vida a Sonsoles de Icaza.

Aldo Ruiz

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