CALIFICACIÓN.- SOBRESALIENTE: 9
Hasta el 26 de junio, en el Teatro Quique San Francisco se representa ‘CUCARACHA CON PAISAJE DE FONDO’, una fascinante comedia negra (o tragicomedia) escrita y dirigida -con maestría- por Javier Ballesteros. El último montaje de la compañía ‘MUJER EN OBRAS’ es, sin duda, una de las grandes sorpresas de este 2022 y un soplo de aire fresco en la cartelera madrileña. El deseo de ser madre, la continuación de la especie o la extinción del ser humano como máxima conclusión del ecologismo en la Tierra son algunos de los temas que aborda esta originalísima pieza que combina verso y prosa, y que está protagonizada de forma genial por Pablo Chaves, Laura Barceló, Eva Chocrón, Virginia de la Cruz, Matilde Gimeno, María Jáimez y June Velayos.
‘Cucaracha con paisaje de fondo’ es uno de los montajes más originales y personales que hemos visto en lo que llevamos de 2022. Javier Ballesteros ha confeccionado una pieza fascinante y arriesgada que te atrapa de principio a fin y con la que logra crear una atmósfera tremendamente especial en el Teatro Quique San Francisco. La acción transcurre en un balneario perdido a donde van a tratarse aquellas mujeres que no pueden tener hijos. Un lugar oscuro y misterioso donde conviven tres enfermeras extrañísimas, un prestigioso doctor -que parece sacado de un texto de Mihura- y sus neuróticas pacientes. Todos ellos permanecen a la espera de que estas últimas puedan quedarse embarazadas a través de tratamientos muy poco ortodoxos. Allí en el balneario, todo transcurre con una calma inquietante hasta que un día se produce la llegada de una visita indeseable (Fernanda, intima amiga del doctor), que pondrá todo patas arriba.
Javier Ballesteros ha confeccionado una espléndida comedia negra -o tragicomedia-, llena de ingenio y sorprendentes giros de guion y que, además, combina el verso y la prosa de una manera brillante. Un texto muy rico dialécticamente, que mezcla a la perfección varios géneros (comedia negra, poesía, tragedia, comedia del absurdo y de enredos) y que es una delicia escuchar en boca de los siete protagonistas de la obra. Además, y de forma muy original, Ballesteros ha introducido la figura de un coro similar al de los clásicos griegos, que le da un toque más especial a la obra, aún si cabe (Aunque a veces pensamos que se ‘abusa’ del coro). El resultado es una pieza completamente fascinante y embriagadora en la que, a lo largo de 95 maravillosos minutos, el dramaturgo aborda el deseo de ser madre, la continuación de la especie y la extinción del ser humano como máxima conclusión del ecologismo en la Tierra.
Uno de los puntos fuertes de ‘Cucaracha con paisaje de fondo’ es su sólido y magnífico elenco compuesto por siete actores, muy bien dirigidos, que están atinadísimos en sus personajes. María Jáimez brilla en la piel de Fernanda, una mujer que aparece un día en el balneario buscando la ayuda de Federico, su amigo médico y director del centro. A ella le han diagnosticado una enfermedad terminal y morirá en seis meses. Acude a él para que le ‘facilite’ una poción que le ayude a desaparecer cuando ella así lo decida. Jáimez está soberbia en un personaje que, por apariencia y mundo interior, podría estar escrito por el mismo Pedro Almodóvar. Ya desde su primera aparición logra captar la atención del espectador con un monólogo impactante y muy ingenioso. Justo en esa escena, Fernanda se ‘enfrenta’ en un duelo dialéctico de muchos quilates a June Velayos, que interpreta a Rosa, una paciente del balneario que lo que más ansía es tener un hijo, al igual que todas sus compañeras -o casi todas-. Desde ese primer encuentro entre estas dos mujeres, Fernanda siembra la semilla del mal en Rosa, una trama que irá in crescendo hasta el potente desenlace final. June Velayos realiza una fantástica actuación sabiendo plasmar y transmitir todo el arco de evolución de su personaje.
Laura Barceló, Matilde Gimeno y Virginia de la Cruz están graciosísimas dando vida a las tres enfermeras que cuidan de las pacientes y velan por su ‘felicidad’ dentro del balneario. De la Cruz está estupenda metiéndose en la piel de la jefa de enfermeras, una mujer con mucho carácter y sin ningún escrúpulo. Barceló y Gimeno, maravillosas como enfermeras, se desdoblan también en dos de las pacientes, dos papeles que les permiten sacar su vena más divertida. Destacar especialmente a Laura Barceló que borda un personaje lleno de surrealismo -con influencias niponas- y que le permite exhibir su personalísima (y genial) vis cómica.
Pablo Chaves, el único hombre del elenco, está magnífico interpretando a Federico, el director del balneario, un hombre que está dispuesto a hacer cualquier cosa para que se perpetúe la especie. Chaves vuelve a demostrar sus excelentes dotes para la comedia dando vida este doctor estrambótico y alocado, que podría haber salido de una obra de Mihura o Jardiel Poncela. Completa el reparto una graciosísima Eva Chocrón, que se mete en la piel de Cristina, otra de las pacientes del balneario, uno de los personajes más peculiares de la obra y, desde luego, más sorprendentes.
Además de su brillantísimo trabajo en la confección del texto, hay que alabar la figura de Javier Ballesteros en la dirección y la puesta en escena. A lo largo de los 95 minutos que dura el montaje, el ritmo fluye constantemente, y las entradas y salidas de los personajes son constantes y se producen con elegancia y una enorme naturalidad. Ballesteros se ha apoyado en la maravillosa escenografía diseñada por Pablo Chaves, que ha recreado la piscina del balneairo -situada en el centro del espacio escénico- con sus escaleras y sustentada en un suelo de baldosas blancas. En las paredes, se van alternando telas negras y blancas. Una estética que nos recuerda inevitablemente a un tablero de ajedrez. La escenografía, que se adapta como un guante a la concepción escénica planteada por Ballesteros, se ve complementada a la perfección con el diseño de luces de Juan Seade, el vestuario -obra también de Chaves- y la música en directo de Isabel Arranz. Un elemento muy importante en la puesta en escena. La flauta de Arranz supone la partitura perfecta para la inquietante y surrealista historia de Ballesteros.
Lo mejor: estamos ante una de las obras más fascinantes de la temporada, un montaje imprescindible que ningún teatrero debería perderse.
Lo menos bueno: todo es brillante en ‘Cucaracha con paisaje de fondo’. Lo único que nos chirría un poco -y es una opinión muy personal- es el cierto abuso que se hace de la figura del coro, sobre todo en una de las partes centrales de la obra, donde la escena se hace demasiado larga y llegas a desconectar por un momento.