CALIFICACIÓN.- EXCELENTE: 8
Manuel Benito es el autor de ‘337 Km’, una magnífica obra dirigida por Julio Provencio que aborda el tema del Síndrome de Asperger de forma tremendamente realista y con mucha sensibilidad. Genial Néstor Goenaga dando vida al protagonista, un niño de 9 años que tiene el síndrome de Asperger y que es un apasionado de la carrera especial. El joven actor realiza una brillantísima actuación impregnada de verdad y ternura. Fantásticos también Lidia Navarro y Clemente García interpretando a los padres del niño y también desdoblándose en otros personajes.
Del 16 al 27 de febrero, el Teatro Quique San Francisco ha acogido un montaje tremendamente especial de ‘La Belloch Teatro’. Una obra dirigida especialmente al público joven (y también al adulto) que aborda el Síndrome de Asperger. Las personas afectadas por este trastorno muestran dificultad en la comunicación y en las interacciones sociales, y un gran interés en un determinado área del conocimiento. Con la debida familiarización con su situación por parte del entorno que les rodea, pueden llegar a llevar una vida normal y desarrollar ampliamente sus grandes capacidades.
Manuel Benito ha creado un texto lleno de sensibilidad, que refleja fielmente este trastorno, no solo en el niño que lo padece, sino también en cómo afecta al resto de su entorno padres, abuelos, colegio, amigos… A lo largo de 80 minutos, el autor nos sumerge de manera genial en el mundo interior del niño y también nos muestra las dificultades que hay que afrontar en el día a día con un niño de estas características en un magnífico relato cargado de emoción y verdad. Manuel Benito ha confesado que su principal objetivo con este texto es que los jóvenes comprendan lo qué les pasa a las personas con Síndrome de Asperger, que en ocasiones están aislados en las aulas y la sociedad.
El protagonista de ‘337 km’ es Tonín, un niño de 9 años al que le fue diagnosticado Síndrome de Asperger hace unos años. Su madre, Gloria, ha de ausentarse de casa por una causa mayor: quiere despedirse de su padre, al que queda muy poco tiempo de vida. Decide dejar a su hijo diez días con Javier (padre del niño) del que se divorció hace varios años y que ha vuelto recientemente a la ciudad. Pero Tonín apenas conoce a Javier, y no entiende quién es y qué hace ahí. El niño, si no sigue su rutina diaria, entra en un estado de ansiedad poco habitual, y por tanto, los padres de Javier, que sí viven en Madrid y se han ocupado de su nieto, tratan de controlar la situación, aunque a ellos también se les vaya de las manos en ocasiones. Poco a poco, Javier se va ganando el afecto de Tonín que, mientras tanto, se refugia en su tema preferido: la carrera espacial y su ídolo, Yuri Gagarin.
Partiendo del magnífico texto de Manuel Benito, Julio Provencio dirige el montaje con solvencia y mucha sensibilidad y nos brinda una puesta en escena ágil y dinámica, que traslada a la perfección el mundo interior de Tonín. La acción está localizada en la casa de Tonín. Ahí veremos las escenas en el comedor, con su padre, madre y abuelos. También es muy importante la habitación de del niño en la que él lee continuamente un libro de la carrera espacial y donde mantiene mágicas conversaciones con el peluche de su perra Laika. Provencio traslada de forma espléndida el mundo de fantasía del niño. Especialmente bonitas son las escenas en las que él juega a ser un astronauta como Gagarin -muy bien dirigidas- y, por supuesto, la visita al Planetario, uno de los grandes momentos de toda la obra. Destacar el diseño de luces de Juanan Morales, la escenografía y el vestuario y de Yeray González, y el espacio sonoro y la ambientación musical -muy importantes en el montaje, obra del propio Provencio.
Una de las grandes dificultades para llevar a escena ‘337 km’ era encontrar un actor que fuera creíble y transmitiese de forma real toda la complejidad que conlleva el Síndrome de Asperger. La elección de Néstor Goenaga no podía ser más acertada. El joven actor realiza una actuación brillante y fresca, llena de luz y credibilidad con la que el espectador logra empatizar en todo momento. A su corta edad, Goenaga demuestra con este dificilísimo papel que está preparado para retos mayores. Le acompañan en el elenco Lidia Navarro (que se alterna con Alicia González) y Clemente García.
Lidia Navarro brilla en todos los personajes en los que se desdobla: la madre, la abuela del niño-fantástica- y, cómo no, divertidísima dando vida a la azafata del Planetario. Una vez más, Lidia demuestra que es una actriz tremendamente versátil. Clemente García, por su parte, realiza una actuación que va de menos a más. Al principio, durante la primera escena, no sabemos si será por indicaciones de la dirección, nos cuesta verlo en la piel del exmarido, resulta un tanto inverosímil y no parece que él y Lidia hayan sido pareja. Bien es cierto que, tras el arranque, se va metiendo en la piel del personaje y, a medida que transcurre el relato, gana en credibilidad. Sus mejores momentos llegan, sin duda, en la recta final cuando muestra la complicidad con su hijo y el enorme cariño que le ha cogido. Es muy bonito el vínculo que se llega a forma entre ellos.