CALIFICACIÓN.- SOBRESALIENTE: 9
El actor italiano, afincado en España, Riccardo Rigamonti da una auténtica lección interpretativa en ‘KOHLHAAS’, un extraordinario monólogo que debería ser estudiado en todas las escuelas de teatro. Durante 75 minutos, Rigamonti -sentado en una silla en todo momento, sin escenografía y sin música- nos deleita con una interpretación magistral, plagada de virtuosismo y desbordante de magnetismo. El montaje, dirigido con suma brillantez por María Gómez -la propia mujer de Rigamonti-, está basado en un relato de Heinrich Von Kleist, que a su vez se inspira en un hecho real ocurrido en la Alemania del siglo XVI.
Con una silla se basta Riccardo Rigamonti para dejarnos sin palabras. Bueno, con una silla…. con su infinito talento y con un don interpretativo excepcional. La actuación de Rigamonti nos remonta a la esencia del teatro, ese arte en el que lo más importante es el actor, el texto y la interpretación. Aquí no hay escenografía, no hay música y existen únicamente algunos cambios de iluminación… Rigamonti está solo ante el peligro, sentado en su silla pero se guarda un as en la manga; el increíble magnetismo de su mirada. Un arma con la que te hipnotiza desde el minuto cero y de la que no podrás escapar hasta el potente desenlace.
El monólogo adaptado por Marco Baliani y Remo Rostagno -basado en la obra ‘Michael Kohlhaas’ de Heinrich Von Kleist- es un texto muy famoso en Italia que, ahora, tenemos la suerte de ver en España gracias a Riccardo Rigamonti. Tras estrenarlo hace un par de años en la sala Arte&Desmayo y, tras su paso por los Teatros Luchana, el monólogo se está representando actualmente en la Sala Guindarela, un lugar idóneo para que ‘KOHLHAAS’ brille en todo su esplendor.
La historia, inspirada en un hecho real ocurrido en la Alemania del siglo XVI, está protagonizada por Michael Kohlhaas, un criador de caballos recto y muy honrado que es víctima de la prepotencia y la corrupción. Buscando justicia llegará a convertirse en un temible bandido creando una verdadera revolución en tierras germanas. Hábilmente, María Gómez, dirige el montaje con extrema sencillez, con mucha elegancia y con unos acertadísimos cambios de luces. Todo está al servicio del relato y, fundamentalmente, el actor, que es el vehículo principal para contarnos la historia. De hecho, toda la fuerza del relato emerge de la voz y del cuerpo de Rigamonti que hace una auténtica exhibición. Es entonces cuando surge la magia del teatro.

La mirada de Riccardo Rigamonti, pladaga de magnetismo, es una de las grandes armas de su extraordinaria interpretación.
Solo con la palabra y con un arsenal de gestos y matices, Rigamonti nos sumerge en la dramática historia de Michael Kohlhaas. Otro actor se hubiera recreado en el drama pero a él no le hace falta. Su manera de interpretar es limpia, precisa, plagada de sutileza y, al mismo tiempo, desprende fuerza en cada uno de los diálogos. A pesar de estar sentado en todo momento, su cuerpo está en constante movimiento; sus manos, sus pies al trote y al galope, su cabeza, sus ojos…. Sobre todo, su mirada, una mirada cristalina, puro magnetismo, capaz de transmitir magistralmente la pasión y la emoción de Michael Kohlhaas en todas las etapas del relato. No hay escenografía ni ambientación pero Rigamonti es capaz de trasladarnos con su talento a cada uno de los espacios en los que transcurre la historia.
Estamos, sin duda, ante una actuación extraordinaria en la que el actor italiano hace alarde de un virtuosismo interpretativo al alcance de unos cuantos elegidos. Esto hace que ‘KOHLHAAS’ sea uno de los mejores monólogos que hemos visto en los últimos tiempos. Totalmente imprescindible.
Aldo Ruiz
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