‘LA REGENTA’: MAGNÍFICO MONTAJE DE HELENA PIMENTA QUE PLASMA DE FORMA BRILLANTE LA ESENCIA DE LA MÍTICA NOVELA DE CLARÍN CON UN EXCELENTE GRUPO DE ACTORES

CALIFICACIÓN.- EXCELENTE: 8

Hasta el 3 de marzo, en el Teatro Fernán Gómez se representa ‘La Regenta’, una magnífica adaptación de la novela de Leopoldo Alas Clarín que lleva la firma de Eduardo Galán y está dirigida por Helena Pimenta. Esta es la primera vez que se lleva a las tablas una de las grandes joyas de la literatura española del siglo XIX, que sí había sido adaptada al cine por Gonzalo Suárez -en 1974- y a la televisión por parte de Fernando Méndez Leite -en 1995- en una maravillosa serie protagonizada por Aitana Sánchez-Gijón. 

Ambientada en la ciudad de Vetusta, ‘La Regenta’ es una obra naturalista que retrata con dureza el ambiente de una ciudad de provincias dominada por una clase alta ociosa y un clero que impone una moral hipócrita y asfixiante. Es una historia sobre el enfrentamiento entre la pasión desbordada de los deseos y del amor frente a las cadenas de la moral social provinciana y la traición. La trama está protagonizada por Ana Ozores, una bella y joven muchacha que se casa con don Víctor Quintana, antiguo regente de la Audiencia de Vetusta, mucho mayor que ella, egoísta, y que vive en cierto modo en un mundo que no tiene nada que ver con la realidad. Ana se siente agobiada en su matrimonio y, debido a su frustración, es atrapada por don Álvaro Mesía, el donjuán de la ciudad, y por su propio confesor, don Fermín de Pas, quien anhela convertirla en su esposa.

En este montaje, lo primero que hay que destacar es la excelente adaptación de Eduardo Galán, que se enfrentaba a un reto mayúsculo al intentar resumir una novela de más de mil páginas en una hora y cuarenta y cinco minutos. Como él mismo confiesa, «es imposible reflejar en su totalidad el ambiente opresor, represor y falso de la sociedad vetutense, que con tanta precisión nos muestra Clarín. No obstante, he intentado mostrar la doble moral de algunos de sus representantes». La esencia de los personajes está muy bien definida en la obra: desde la ambición y la codicia de doña Paula, el deseo carnal de don Fermín de Pas encubierto en un aparente deseo de paternidad espiritual con Ana Ozores, la profunda desolación determinista de Ana Ozores, una mujer abatida por la falta de madre y de hijos a la vez de estar casada con un hombre mayor que ha perdido el deseo por ella.

En esta adaptación teatral, Eduardo Galán defiende el derecho de la protagonista a elegir su destino, aunque este no coincidía con la moral reinante en su época, por lo que será castigada con el desprecio, el abandono y un final de trágica soledad. Ana Ozores se mueve entre la pasión sacrílega por ella de su confesor (don Fermín de Pas), el juego seductor del señorito don Juan y ya de retirada Álvaro Mesía y un marido alejado de sus deseos y necesidades, Víctor Quintanar.

Partiendo de la magnífica adaptación de Eduardo Galán, Helena Pimenta ha hecho un trabajo brillante en la puesta en escena. La que fuera directora de la Compañía Nacional de Teatro Clásico entre 2011 y 2019, logran plasmar el espíritu de la novela en un montaje dinámico y muy bien dirigido, en el que el ritmo no decae en ningún momento. Uno de los puntos fuertes de la novela y que Pimenta ha sabido aprovechar a la perfección es el uso del narrador que Clarín realiza mediante el uso del estilo indirecto referido, cargado casi siempre de ironía: «Nos hemos servido de estos recursos para, siguiendo los pasos del autor, ofrecer diversos puntos de vista sobre esa realidad en la que Clarín se nos muestra como un gran descubridor del alma verdadera de unos personajes aplastados por la inmovilidad, por el deseo de que nada cambie para poder mantener sus privilegios». 

Lo único que, quizás, no nos ha gustado de la puesta en escena es la concepción de la escenografía. Hay que decir que es plenamente funcional y que eso ayuda, por supuesto, al dinamismo del que antes hablábamos. Sin embargo, a nivel estético no nos convence demasiado, salvando el bloque central. Destacar, eso sí, el magnífico diseño de vestuario -obra de Yaiza Pinillos-, el diseño de luces de Nicolás Fischetl, la música original y el espacio sonoro de Iñigo Lacasa y el diseño de movimiento de Nuria Castejón. 

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Hemos dejado para el final el apartado interpretativo. No es nada fácil condensar todos los personajes de ‘La Regenta’ en solo ocho actores pero lo cierto y, tras ver la adaptación, no queda duda de que el resultado es excelente. Destacar a Ana Ruiz, espléndida dando vida a Ana Ozores, llevando el peso del montaje de principio a fin. Su actuación solida, convincente y elegante está muy bien arropada por las de sus compañeros de reparto: Alex Gadea (fantástico como el inquietante don Fermín de Pas), Jacobo Dicenta (estupendo en la piel de Álvaro Mesía) y Joaquín Notario, impecable -como siempre- dando vida al marido de Ana, Víctor Quintanar. Notario se desdobla en ocasiones en la figura del narrador, al igual que Pepa Pedroche, potenciando ese recurso de la novela de Clarín que mencionábamos anteriormente.

Pedroche está maravillosa dando vida a doña Paula, la madre de don Fermín, una mujer absorbente, ambiciosa y muy manipuladora que mueve los hilos de la ciudad de Vetusta a través de su hijo. Pepa vuelve a demostrar que es una actriz extraordinaria. Completan el reparto tres grandes actores: Francesc Galcerán -que se desdobla en los personajes de Frigilis-, Lucía Serrano -perfecta en la piel de Petra y Visita- y Alejandro Arestegui, que interpreta a Vegallana. 


Lo mejor: la adaptación de Galán, la dirección de Pimenta y el excelente reparto.

Lo peor: la escenografía, nos sabe a poco.

Aldo Ruiz

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