‘LA OMISIÓN DE LA FAMILIA COLEMAN’ O CÓMO UNA OBRA DEL OFF ARGENTINO BASADA EN UNA FAMILIA DISFUNCIONAL BATE RÉCORDS Y TRASPASA FRONTERAS

CALIFICACIÓN.- EXTRAORDINARIA: 9’3

Creada por Claudio Tolcachir, -uno de los grandes del teatro argentino-, ‘La omisión de la familia Coleman’ regresa a Madrid por seis únicas funciones. Del 30 de octubre al 4 de noviembre, los espectadores que no la hayan visto -o los que quieran repetir- tienen una nueva oportunidad para disfrutar de esta obra extraordinaria, un verdadero fenómeno del teatro off argentino que ya ha sido vista por más de 265.000 espectadores en más de 22 países. ¿Quién le iba a decir a Tolcachir en el año 2005 que, trece años después, su obra seguiría batiendo récords?. 

Las cifras de ‘La omisión de la familia Coleman’ hablan por sí solas. La obra nació en el Teatro Timbre 4 en Buenos Aires, en el bajo de un edificio, hace 13 años. Desde entonces se han hecho más de 2.000 representaciones a lo largo de todo el mundo, ha sido subtitulada en ocho idiomas, ha sido vista por más de 265.000 espectadores y ha recorrido 22 países: China, Francia, España, Italia, Irlanda, Bosnia, EE.UU., Bolivia, El Salvador, Costa Rica, Panamá, Portugal, Alemania, Brasil, Perú, Ecuador, Colombia, Chila, Canada, Serbia y México. ¡Ahí es nada!. ¿Cómo puede explicarse un fenómeno de tal magnitud de una obra que nació en el off argentino?. 

El hecho de que la historia haya calado en países tan diferentes como estos es realmente sintomático y es que, más allá del idioma, ‘La omisión de la familia Coleman’ irradia sentimientos universales. Da igual el lugar dónde se represente porque, en cada una de esas ciudades o de esos países, hay muchas familias Coleman. La obra -escrita y dirigida por Tolcachir- aborda el drama de una familia disfuncional de la clase baja argentina. Pero, a pesar de la dureza de la historia, Tolcachir se acerca a ella con muchísimo sentido del humor. Y esta es, precisamente, una de las claves del éxito de los Coleman; que está contada de una manera muy cómica aunque se traten asuntos muy delicados como la pobreza, la enfermedad, el dolor, la dependencia y las complicadas -y descarnadas- relaciones entre los miembros de una familia muy atípica… ¿o no tanto?. En ‘La omisión de la familia Coleman’, Tolcachir traza un retrato muy crudo de una familia compuesta de series marginados y solitarios pero que, a pesar de todo, despiertan en el espectador empatía, mucha ternura y una gran compasión. 

Los Coleman son una familia al límite, al borde del precipicio y de la disolución. Solo un nexo los mantiene unidos; su abuela, un personaje maravilloso -y tremendamente divertido- interpretado de forma genial por Cristina Maresca. Al principio de la obra ya vemos que está enferma y el público es consciente en todo momento que, en cuanto desaparezca, esa familia se romperá en mil pedazos. Miriam Odorido -espléndida- da vida a Memé, la hija de esta entrañable mujer. Memé es un personaje fascinante, una mujer que no está muy allá de la cabeza y que tiene cuatro hijos de distintos padres; Damián (Diego Faturos), Gabi (Macarena Trigo) y Marito (Fernando Sala) -viven los tres en casa de su abuela, junto a su madre- y una cuarta, Verónica (Candesa Souto), que se crió alejada de ellos y que pertenece actualmente a otra clase social mucho más elevada. Ella, de hecho, es el principal sustento de esta familia cuyas relaciones son extremadamente complicadas. Destacar la actuación de los cuatro actores (que encarnan a los hijos). Están todos magníficos, con mención especial para Fernando Sala, sustituto de Lautaro Perotti, quién interpretó a Marito durante nueve años. Completan el reparto José Frezzini y Jorge Castaño, también excelentes, dando vida a Hernán (el chófer de Verónica) y al médico, respectivamente. 
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Fotografía al completo del reparto de ‘La omisión de la familia Coleman’.

Tolcachir realiza un trabajo un trabajo sensacional tanto en el texto como en la dirección. Durante una hora y cuarenta y cinco minutos, el argentino -de forma muy inteligente- nos va tocando la fibra pero sin ahondar en el drama. Al contrario; siempre apostando por el sentido del humor y por la reflexión. (De ahí su acertadísimo final, ¿quiénes somos nosotros para juzgar?. Esta es, sin duda, otra de las claves del texto. A pesar de los temas tan delicados que se abordan, Tolcachir nunca juzga a los personajes. Simplemente retrata su realidad. Además, recrea las andanzas de los Coleman con una puesta en escena sencilla y nada efectista. La historia se desarrolla en dos ambientes; en la humilde casa de la abuela, y en la habitación de un hospital. ¿Para qué más?. En realidad, es tan potente lo que se está contando y, tan universal el mensaje, que sobran los envoltorios. Esta VERDAD, precisamente, es lo que ha hecho que ‘La omisión de la familia Coleman’ se haya convertido en un auténtico fenómeno teatral. ¿Quieres descubrirlo en tus propias carnes?. 

Aldo Ruiz

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