‘LA HABITACIÓN BLANCA’: JOSEP MARÍA MIRÓ NOS PROPONE UN VIAJE EMOCIONAL, CON TINTES DE THRILLER, QUE CUENTA CON UN SÓLIDO REPARTO ENCABEZADO POR LA GRAN LOLA CASAMAYOR

CALIFICACIÓN.- NOTABLE: 7

Hasta el 9 de abril, en la sala Margarita Xirgu del Teatro Español se representa ‘La habitación blanca’, una obra escrita por Josep María Miró y dirigida por Lautaro Perotti. A lo largo de ochenta minutos, el autor de la extraordinaria ‘El principio de Arquímedes’ nos propone un viaje emocional, con tintes de thriller, para volver a visitar los episodios más íntimos de la niñez, recordando lo que queríamos o aspirábamos a ser y en lo que nos hemos acabado convirtiendo. Aquellos aspectos que hemos decidido dejar atrás o, simplemente, se han quedado por el camino. Miró confiesa que ‘La habitación blanca’ recoge aquella idea de Sartre de que “la infancia decide“ y pone la lupa en esta habitación en blanco que es la infancia.

La historia aborda el encuentro de Carlos, Laia y Manuel con la señorita Mercedes (espléndida Lola Casamayor), la maestra que les enseñó a leer y escribir cuando eran pequeños. Han pasado más de veinticinco años y ahora son adultos que han superado la treintena y se van acercando a los cuarenta. La vida de cada uno de ellos ha tomado rumbos completamente diferentes. El reencuentro, aparentemente casual, con la señorita Mercedes, resultará inquietante y trastornador para cada uno de ellos, y abrirá viejas heridas del pasado.  

En ‘La habitación blanca’, Josep María Miró confecciona el texto con su maestría habitual y las señas de identidad de su dramaturgia. Un texto muy psicológico que te atrapa desde el principio y que contiene buenas dosis de thriller. Ya en la primera escena, con una mujer retenida en el supermercado por haber sustraído (presuntamente) algunos alimentos en su bolso, Miró se mete a los espectadores en el bolsillo. A partir de ahí, se sucede una estructura narrativa en la que se van solapando escenas del presente con flashbacks y se van alternando los cuatro protagonistas de la historia. Un recurso que el autor de ‘Nerium Park’ o ‘ Rasgar la tierra’ domina a la perfección y que aquí le funciona brillantemente hasta el minuto 50-55 aproximadamente. Sin embargo, en la recta final las piezas del puzzle no terminan de encajar. La trama pierde eficacia y todo parece estar metido con calzador. Y es una pena, porque ‘La habitación blanca’ reunía todos los mimbres para ser un montaje redondo. De hecho, hasta ese momento, el texto era un fascinante rompecabezas que mantenía al público en vilo. 

Lautaro Perotti, uno de los directores argentinos más prestigiosos que lleva varios años afincado en nuestro país, dirige el montaje con solvencia, plasmando brillantemente el texto tan psicológico de Miró y las escenas solapadas entre unos personajes y otros, que están muy bien resueltas a nivel de puesta en escena. Destacar el minimalista (y elegante) espacio escénico diseñado por Albert Pascual -también artífice del vestuario- y el diseño de luces de Xavi Gardés. 

Sin lugar a dudas, uno de los grandes alicientes para ver ‘La habitación blanca’ es la actuación de Lola Casamayor, una de las mejores actrices de este país, que borda el papel de la señorita Mercedes. Su voz y su presencia escénica atrapan desde el minuto cero. La intérprete, de 62 años, dota al personaje de humanidad, ternura, misterio y fragilidad, cuatro cualidades con las que el espectador empatiza rápidamente. A lo largo de 80 minutos, ella lleva el peso de la obra dando todo un recital en cada uno de sus diálogos, sus miradas o sus silencios. 

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Completan el reparto Jon Arias (magnífico en la piel de Carlos, el guardia de seguridad que retiene a la señorita Mercedes en la primera escena, transmitiendo mucha complicidad y una gran ternura, a pesar de que tiene que priorizar su profesionalidad por encima del cariño evidente), Paula Blanco (que da vida a una ejecutiva embarazada a la que todos los días sigue a la oficina su antigua maestra) y Santi Marín (interpreta a Manuel, un exitoso arquitecto casado y con dos hijas, cuyo encuentro con la señorita Mercedes le dejará muy removido). Los tres están estupendos y secundan eficazmente a la gran Lola Casamayor. 

Aldo Ruiz

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