CALIFICACIÓN.- NOTABLE: 7
Cinco días después de la muerte de Concha Velasco (02-12-2023), otra de las grandes damas de nuestro teatro, Nuria Espert, estrenaba su nueva obra en Madrid, ‘La isla del aire’. Un drama familiar escrito por Alejandro Palomas y dirigido por Mario Gas. A sus 88 años, la legendaria actriz demuestra estar en muy buena forma y nos deleita con una magnífica y entrañable actuación. Sin duda, lo mejor de este montaje que se representa en el Teatro Español hasta el próximo 14 de enero.
‘La isla del aire’, ambientada en Menorca, está protagonizada por cinco mujeres rotas de dolor, con la matriarca de la familia al frente, la vieja Mencía de 90 años -interpretada por Nuria Espert-. Todas ellas están marcadas por la desaparición hace un año de Helena, su nieta mayor. Un trágico suceso que no las deja vivir en paz, sobre todo a Lía, la madre de la joven (a la que da vida una magnífica Vicky Peña). 365 días después de ese fatídico día, las cinco emprenden un viaje en barca a la Isla del Aire. Durante esa excursión, Mencía obligará a sus hijas y nietas a enfrentarse a la verdad y saldrán a la luz los secretos que todas ellas ocultan.
El texto -de 90 minutos- confeccionado por Alejandro Palomas es un tanto irregular y va de menos a más, con un último acto espectacular. Durante la primera hora, las escenas se van sucediendo entre las distintas protagonistas. Se palpa la mala relación entre ellas, se vislumbran multitud de secretos y se avista el dolor y la crudeza, pero falta emoción, mucha emoción para una historia de estas características. Quizás esa estructura con escenas cortas, divididas con fundidos a negro, y las elipsis hacen que el espectador no pueda entrar de lleno en la trama. Y es una pena porque la materia prima y la idea de la que se parte es realmente buena.
En estos primeros sesenta minutos, todo el peso recae en Nuria Espert. Gracias a ella, la isla imaginada por Palomas sale a flote. De hecho, su personaje (Mencía) es el mejor trazado por el dramaturgo. Una anciana de fuerte personalidad, lastrada por sus problemas físicos (va en silla de ruedas), cuyos comentarios cargados de sarcasmo, humor negro y mala uva provocan daño en las personas que la rodean al mismo tiempo que las carcajadas del público en el patio de butacas. Lo cierto es que es un enorme placer ver a la Espert sobre las tablas del Español. Cada uno de sus gestos y cada una de las frases salidas por su boca son una lección de interpretación.

‘La isla del aire’ alcanza el clímax en la última media hora con un acto redondo. ¡Esto sí que es teatro! Si todo lo demás que ha ocurrido hasta ese momento, tenía que llevarnos a esto, pues bienvenido sea. Pero, repetimos, es una pena que esa primera hora no esté bien apuntalada ni los personajes estén bien desarrollados. En este último acto, sin embargo, sí podemos ver a las cinco actrices en su plenitud (hasta ahora solo habíamos visto pinceladas de casi todas ellas). Aquí por fin salen a la luz los secretos de todos los personajes, llegando a entenderlos. Por supuesto que Nuria Espert sigue llevando la voz cantante y es el timón del barco hasta el final, pero también podemos disfrutar de otra actriz mayúscula como es Vicky Peña. Ella se mete en la piel de Lía (una de las dos hijas de Mencía) que a su vez tiene tres hijas: Helena (desaparecida hace un año), Bea (Clàudia Benito) -nos gustan mucho las simpáticas escenas con su abuela- e Inés (Candela Serrat).
La quinta actriz en liza es Teresa Vallicrosa, que da vida a Flavia, la otra hija de Mencía. Al igual que sus compañeras, en este último acto puede lucirse un poco más con una escena de alto voltaje. Hasta ese momento, su personaje -al igual que el de Candela Serrat- es uno de los más desdibujados, pero tiene su momento de gloria con una de las mejores escenas: un cruce de reproches por todo lo alto con su madre, Mencía (Nuria Espert). Lo cierto es que este último acto tiene mucho quilates. En él se produce una frase memorable de Mencía, que afirma entre lágrimas: «Somos cinco mujeres heridas, estamos rotas, pero no estamos solas. Nos tenemos las unas a las otras».
Respecto a la puesta en escena, Mario Gas nos brinda una puesta sencilla (quizás demasiado). Viniendo de él, nos esperábamos algo más espectacular. Es eficaz, pero nos sabe a poco. Una puesta en escena sustentada en el espacio escénico de Sebastià Brosa, el diseño de luces de Paco Ariza, la música original y el espacio sonoro de Orestes Gas, y el vestuario de Antonio Belart.
En definitiva, cuando pasen los años nos acordaremos de ‘La isla del aire’ por la espléndida actuación (y quién sabe si será una de las últimas) de Nuria Espert, una actriz extraordinaria que tiene, a sus espaldas, una carrera plagada de éxitos con múltiples reconocimientos, entre ellos el Premio Princesa de Asturias de las Artes en 2016. Qué privilegio poder seguir disfrutándola sobre los escenarios.
Aldo Ruiz
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