‘ALMA, PURA POESIA’

CALIFICACIÓN.-  MAGNÍFICA: 8’5

Tras el éxito de ‘Confesiones a Alá’, Arturo Turón regresa a la dirección con ‘Alma’, una adaptación de ‘Persona’ de Ingmar Bergman. ¡Ahí es nada!. La apuesta era muy arriesgada a priori,  pero el dramaturgo consigue salir muy airoso del reto componiendo una bellísima obra que, tras su paso por ‘Nave 73′; se representa actualmente en el ´Teatro del Arte’.

Andrea Dueso, Arturo Turón y Rocío Muñoz-Cobo

Tengo que reconocer que iba con tantas ganas de ver la adaptación teatral de ‘Persona’, -una de mis películas favoritas-, que tenía el temor de que no se cumplieran mis expectativas. Pero  la verdad, es que después de ver la obra, me he quedado totalmente fascinado. Arturo Turón ha hecho un trabajo sensacional y  muy valiente. 

Rodada en 1966, ‘Persona’ es la historia de  dos mujeres. Una de ellas, Elisabeth, es una actriz que, durante una representación de ‘Electra’, pierde el habla y es ingresada en un hospital, pero ante sus escasos avances,  es trasladada a una casa de verano en busca de una recuperación más rápida. Allí, Alma, su enfermera, será la encargará de todos sus cuidados. Pronto se establece entre ellas una relación íntima y muy especial, tan fuerte que,  Alma y Elizabeth se convierten prácticamente en las dos caras de una misma mujer.

Cartel-Alma

En la obra de Turón, Rocío Muñoz-Cobo da vida a Elizabeth, mientras que Andrea Dueso se pone en la piel de Alma. La interpretación de las dos actrices es realmente espectacular.  Sus miradas, sus silencios, sus gestos, todo está medido al detalle en una labor de dirección milimétrica. Rocío y Andrea están soberbias. Llega un momento, incluso, en que se mimetizan tanto, que parecen la misma persona.

Hay una escena particularmente asombrosa. Las dos actrices están sentadas en la mesa, una frente a la otra. Elizabeth -de espaldas al público- está contando por qué se quedó sin voz aquella noche. Mientras Alma, -de cara a los espectadores-, va poniendo voz y gestos a la confesión de su íntima amiga. ¡Como si se estuvieran mirando en un espejo. Es alucinante!. La escena es de esas que, a uno, se le quedan grabada eternamente en la memoria.

Para poner en pie esta bellísima historia, el dramaturgo utiliza una escenografía muy sencilla, en la que destaca una gran pantalla al fondo, donde, -a lo largo de la función-, se van proyectando las distintas expresiones de la cara de Elizabeth. Esto da lugar a imágenes estéticamente maravillosas,  como cuando Alma acaricia la cara de su señora.  Además, Turón  juega con  la iluminación como si estuviera rodando auténticos planos de cine haciendo un ejercicio realmente magistral, que muy pocas veces se usa en teatro y, que él maneja a la perfección. Para hacerlo más bonito todavía, el director introduce danza contemporánea en las transiciones de la mano de la coreógrafa Cristina Masson. Esto le da un toque muy elegante y ayuda a ir degustando la historia.  Quizás el único ‘pero’ que le podríamos poner a ‘Alma’ es que no es una obra para todos los públicos dada su complejidad, su carácter intimista y su ritmo pausado. Pero lo cierto es que el resultado es increíble. 

‘ALMA’ es una auténtica belleza; PURA POESÍA.  Dos actrices extraordinarias, una historia que atrapa desde el principio, y una magnífica dirección, hacen de esta obra una exquisitez que no deberían perderse los amantes del buen teatro así como tampoco todos los admiradores del universo de Bergman.

 Aldo Ruiz

 

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